Por género, el 44% de los hombres adultos tienen una cuenta en una institución financiera formal en Latinoamérica, mientras que el ratio se ubica en 34,9% para las mujeres. Esta brecha se observa también a nivel mundial, con unos ratios del 54,4% y 46,6% respectivamente, mostrando una menor brecha de género en la medida que se sube en la escala de desarrollo y renta.

Esta brecha de género es importante ya que en las economías menos desarrolladas, buena parte de las mujeres se encuentran fuera del mercado laboral, y es la iniciativa individual y el trabajo por cuenta propia una de sus principales opciones para abandonar situaciones precarias, pero se enfrentan a la dificultad de no contar con el canal financiero para poder desarrollarla.

La exclusión financiera a su vez es mayor para los segmentos de menor capital humano. Esto se evidencia al observar el grado de acceso por nivel educativo, un 45,7% de los adultos con estudios de bachillerato ó más reportan tener acceso en el sistema financiero, mientras que solo un 29,8% de los que tienen un menor nivel educativo, en el caso de América Latina. A nivel mundial, estos ratios se ubican en 66% y 36,9% respectivamente.

Al evaluar el acceso por zonas geográficas, un 43,7% de los adultos en áreas urbanas poseen una cuenta ó producto, siendo ese ratio del 29,8% para zonas rurales. La media mundial es de 59% para zonas urbanas y 44% para rurales.

Las áreas rurales son las zonas con mayor pobreza relativa, con mayores dificultades y costes de entrega de los servicios financieros, siendo la exclusión financiera unos de los factores, entre otros, que explica esos niveles de pobreza.

Para Latinoamérica, las mayores brechas de diferenciación son el nivel de ingreso, educativo y localización, mientras que a mayores niveles de renta observamos que el factor educativo es el que presenta mayor diferenciación.

Por tipo de uso, solo el 5,2% de los adultos en América Latina, 23 millones de personas reportan utilizar las cuentas para realizar actividades productivas, ratio que disminuye al 4,3% para las mujeres y sube al 7% para los hombres. Un 1,9% de los segmentos de menores ingresos y un 7,65% de los de mayores ingresos.

Para los países de la OECD, este ratio se ubica en 25% con poca diferenciación por tipo de atributos, mientras que la media mundial se ubica en 7,9%, es decir solo 408 millones de personas en el mundo, la utilizan para estos fines.

Por tipo de producto, un 25,3% de los adultos reportan haber recibido un crédito el pasado año, sin embargo solo un 7,9% lo ha recibido del sistema financiero. Estos ratios a nivel mundial se ubican en 33.7% y 9% respectivamente, mientras que para los países desarrollados son del 30,9% y 14%.

El 25,9% de los adultos reportan haber ahorrado en el pasado año, 15,4% para los adultos de menores ingresos y en 33,4% para los de mayores ingresos. Solo un 8% de los adultos lo realizaron a través del sistema financiero, en el caso de América Latina, mientras que para los países de la OECD este ratio se ubica en 59% y 43% respectivamente, mostrando una clara relación de uso del sistema financiero con niveles de renta, A nivel mundial esta relación se ubica en 35% y 22%, lo que evidencia que 1.135 millones de personas utilizan el canal financiero para realizar sus ahorros de los cuales 35 millones lo hacen en América Latina.

La inclusión financiera constituye una de las tareas más importantes que se debe acometer en América Latina ya que desempeña un papel crítico en el desarrollo por facilitar el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y de la desigualdad de ingresos.