Por tradición familiar, por oportunidad de negocio, por necesidad… Son muchos los motivos por los que las mujeres de todo el mundo deciden emprender en el mundo rural. A pesar de que dedicarse a una actividad productiva en el campo, en la mayoría de los casos a la agricultura o a la ganadería, requiere esfuerzo y mucha dedicación.
Las mujeres rurales representan un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Verónica Contreras lleva en la sangre su pasión por la agricultura. Sus primeros recuerdos son en la finca familiar del Valle del Limarí, en la región chilena de Coquimbo, donde sus padres se ganaban la vida cultivando lechugas. “Mi vida siempre ha girado en torno a la naturaleza. Eso me mantiene joven y me permite ser libre”, afirma.
Eligió emprender en el mundo rural para atender a sus tres hijos pequeños. Dejó su trabajo como temporera para empresas exportadoras y comenzó a cultivar alcachofas y paltas (similares al aguacate) y a criar cabras.
La entidad microfinanciera Fondo Esperanza le ha apoyado con financiación y formación. Ha sido tal la implicación de Verónica con sus vecinos, que ha formado el primer banco comunal en su zona. Se llama Las Socias Renacen al Futuro. “Somos un grupo responsable, con ganas de trabajar y sacar adelante nuestros emprendimientos, un grupo donde las confianzas ya están consolidadas”, explica.
“El emprendimiento le permite a la mujer renacer a una nueva vida, creando cosas y aportando a la economía del hogar. Cultivar la tierra es también renacer y cuando se han sumado emprendedores jóvenes al grupo, ellos nos hacen renacer con miras al futuro”, cuenta esta emprendedora.
Junto a otras socias se ha formado digitalmente en temas financieros, una oportunidad también para vencer su miedo a la tecnología y utilizar las posibilidades de la informática para mejorar las tareas administrativas.
Sus hijos han seguido su ejemplo: se han quedado en el pueblo, han emprendido sus propios negocios y también son socios de Fondo Esperanza. Su hijo cultiva fresas y limones, y su hija tiene un almacén. “Les he enseñado que la vida no es fácil, pero si se esfuerzan pueden lograr lo que quieran”, señala.
Jóvenes que apoyan el progreso rural
Como los hijos de Verónica, muchos jóvenes deciden seguir viviendo en el campo. Las nuevas generaciones juegan un papel fundamental para mantener o reactivar el mundo rural.
Alejandra Buitrago tiene 22 años. En el municipio colombiano de La Unión (Antioquia) donde vive con sus padres no hay muchas oportunidades. “Aquí no había colegios y me tocaba caminar horas para poder estudiar”, recuerda. Ella ha conseguido ir a la universidad gracias a una beca, de la BBVA y Bancamía. Cuando termine sus estudios seguirá viviendo en su pueblo, ayudando a los productores agropecuarios de su vereda porque en esa zona todo es complicado, hasta conseguir que un veterinario vaya a tratar al ganado. Por ese motivo decidió estudiar Veterinaria, como cuenta en el documental Después de la lluvia, de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), donde tres emprendedores, entre ellos su padre, cuentan cómo están sacando adelante a sus familias gracias a sus pequeños negocios.
Que el talento de los jóvenes se quede en el medio rural permite empezar proyectos cooperativas y nuevas ideas que aportan valor a las comunidades. Alejandra ha puesto en marcha una iniciativa para recuperar la fuente de su vereda y concienciar a los ganaderos de la importancia de eliminar los vertidos de productos químicos y desechos para mejorar la salubridad del agua.
En América Latina y el Caribe, la población rural representaba en 2022 el 18% de la población, según estimaciones del Banco Mundial. Las entidades de la FMBBVA atienden actualmente a un millón de personas que viven en zonas rurales.
En las zonas rurales no todos los negocios tienen que ver con la actividad agropecuaria. Rosa Fernández es uno de esos ejemplos. Se dedica a tejer mecedoras y sillas confeccionadas con hojas de palma. En el municipio dominicano en el que vive, la palma de guano crece de manera silvestre y se utiliza para elaborar artesanías tradicionales y para techar las casas.
Cada semana Rosa teje dos mecedoras. “Empiezo a tejer con las manos, retorciendo y entrelazando la palma húmeda para que no se rompa”, explica. Comenzó a darle forma a estos muebles a los 11 años: es una tradición en su familia: su abuela y su madre también los tejían . Ella aprendió y cuando tuvo la soltura suficiente empezó a ayudar a su madre. Hace ya 20 años se puso por su cuenta y se hizo clienta de Banco Adopem.
Productos y servicios microfinancieros sostenibles para mujeres rurales
Verónica y Rosa cuentan con el apoyo integral que la FMBBVA ofrece a las medio millón de mujeres rurales a las que atiende a través de sus cinco entidades de microfinanzas. Las mujeres con actividades agropecuarias necesitan productos y servicios específicos que les permitan, por ejemplo, adaptar sus cultivos al cambio climático.
Banco Adopem, la entidad dominicana de la FMBBVA, ofrece Agromujer y el producto Ganadería Familiar Sostenible para promover su incorporación en este sector, fortalecer sus capacidades técnicas para afrontar el cambio climático y apoyar prácticas y técnicas sostenibles en las granjas.
Bancamía, la entidad colombiana de la FMBBVA, cuenta con el producto Crediverde Adaptación, una línea de crédito para minimizar los riesgos asociados al clima, como inundaciones, sequías y daño de suelos, entre otros, a través de biodigestores, abonos orgánicos, invernaderos o huertos.
Y Microserfin, la entidad panameña de la FMBBVA, ofrece el programa Ruralfin, que da acceso a crédito, asesoría y capacitación a productores en las áreas de agricultura, ganadería individual y cadenas de valor para la comercialización de sus productos.
Además, los seguros climáticos y paramétricos de las entidades de la FMBBVA aportan seguridad en caso de desastres naturales. Las emprendedoras pueden también suscribir otro tipo de seguros, como pólizas oncológicas, de asistencia familiar o de maternidad que les permita vivir más tranquilas.
Día Internacional de las Mujeres Rurales
Las mujeres rurales encuentran múltiples barreras a su plena participación económica: normas sociales y culturales, falta de recursos, menor acceso a la titularidad de las tierras, menor nivel educativo, falta de protección social o elevado número de horas no remuneradas dedicadas a las tareas del hogar y del cuidado.
Por eso es necesario diseñar productos financieros verdes, formar a las mujeres rurales para que sus emprendimientos sean más productivos y establecer alianzas entre instituciones que promueven el progreso del campo.
Desde 2008, Naciones Unidas conmemora, cada 15 de octubre, el Día Internacional de las Mujeres Rurales para reconocer su decisivo papel en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza y el cuidado del medioambiente.
Verónica y Rosa son el presente del mundo rural. Alejandra ya ha iniciado el camino para que el campo tenga un futuro, un futuro sostenible e inclusivo.