Punta Lavapié es una pequeña caleta chilena ubicada en la punta del golfo de Arauco. Es una zona muy conocida por sus hermosas playas y por ser una excelente zona de pesca.
Dania Riquelme se dedica a la pesca artesanal, como muchos de los vecinos de su pueblo. Pesca jaibas, unos cangrejos típicos de la costa del océano Atlántico occidental. Normalmente es su esposo el que se encarga de pescarlos y ella los cuece, extrae la carne y la envasa para su posterior congelación y venta.
Dania tiene 3 hijos, de 20,12 y 2 años. El mayor ha seguido la tradición familiar. Con tres personas dedicadas al negocio, capturan 1.500 cangrejos al día; contratan a mujeres de la localidad para que les ayuden en el procesado de la carne.
Perderlo todo: empezar de cero
Su sonrisa es contagiosa. Pero su rostro se ensombrece al hablar de los incendios forestales que asolaron en febrero de este año varias regiones del centro-sur de Chile y que arrasaron pueblos enteros. Ella y su familia consiguieron escapar del fuego en el último momento.
“Otros incendios habían llegado cerca, pero nunca al extremo de quemar las casas. Pero el de febrero fue tremendo: venía hacia nosotros, empezaron a explotar los vehículos, era algo desesperante, la gente gritaba buscando a sus familiares, era una lluvia de brasas”, recuerda Dania, con enorme tristeza. Perdió su casa y también la de su madre; se quedaron sin nada y tuvieron que empezar de cero.
Apoyo para reconstruir casas y negocios tras los incendios
Dos meses después, y gracias al apoyo de Fondo Esperanza, la entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA, Dania logró construir una nueva casa y retomar el negocio.
Más de 500 emprendedores de la entidad se vieron directamente afectados por estos incendios y dos de ellos fallecieron. Fondo Esperanza activó un programa de acompañamiento para la reconstrucción de las viviendas y poner de nuevo en marcha los negocios de los afectados. Su metodología de banca comunal resultó muy útil y efectiva por las redes de apoyo que se generan entre los miembros de los bancos comunales, donde en momentos difíciles el grupo se transforma en una familia.
“Todos ayudamos acarreando cemento y madera para reconstruir las casas. Yo cocinaba para todos los que venían a ayudarnos. Y así, poco a poco pero bien rápido, con ganas, hemos empezado de nuevo”, cuenta emocionada y muy orgullosa.
Dania es una de las fundadoras de su banco comunal, formado por emprendedores de la caleta. Otras socias también lo perdieron todo en los incendios y ya han retomado sus actividades productivas.
Venta online: un negocio que puede triunfar gracias a la tecnología
Dania compagina el negocio de las jaibas con la venta de artículos para el hogar y adornos para fiestas, a través de la plataforma Facebook Live. Verla vendiendo sus productos, desde un pueblo alejado como el suyo, y en su propio domicilio, confirma que la tecnología rompe las barreras geográficas y nos acerca a un mundo de posibilidades.
El miedo inicial a manejar la tecnología y a aparecer en directo en las sesiones se disiparon al descubrir su soltura y talento innato para las ventas. En la primera sesión vendió todos los productos y cada día se supera, por lo que va a invertir para comprar más género. Ha enseñado a sus vecinas a usar la plataforma y ellas también han empezado a vender sus propias mercancías.
Formación en gestión del negocio
Dania aprovecha las ventajas de la formación online, a través de la Escuela de Emprendimiento de Fondo Esperanza, una plataforma formativa con cursos de desarrollo del negocio o alfabetización digital, entre otras materias. Y, además, recibe en su domicilio las visitas de su asesora, que también le orienta para mejorar el rendimiento de sus dos emprendimientos.
Otro de los valores añadidos del servicio microfinanciero de Fondo Esperanza es la capacitación en educación financiera. Los asesores de la entidad enseñan a los emprendedores temas básicos de contabilidad, gestión del negocio, control del stock y hábitos de ahorro. “Con las capacitaciones nos enseñan y ayudan a crecer nuestros negocios. Mi sueño es diseñar mis propios productos, tener mi logo y que mi empresa sea conocida y así llegar a más personas”, explica.
“Querer es poder. Hay que tener la valentía de poder hacerlo. Uno muchas veces se cuestiona porque le gana el miedo o el qué dirán o no seré capaz. Pero todos podemos. Si yo pude, todos podemos”, concluye convencida.
Cristina González del Pino. Comunicación FMBBVA