“Fue en cuestión de minutos que todo empezó a arder, apenas hubo tiempo para arrancar y el humo no les dejaba ver hacia donde iban”, relata un voluntario de la oficina central de Fondo Esperanza, entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA).
A principios de febrero, las zonas de Viña del Mar, Valparaíso y Quilpué en la V Región de Chile sufrieron un devastador incendio que dejó a su paso un centenar de muertos y más de 4.600 damnificados, según el Ministerio del Interior chileno.
Más de 500 emprendedores de Fondo Esperanza se vieron directamente afectados, 261 perdieron su vivienda y su negocio y dos fallecieron. Entre ellos el hermano de Elisa, una de las socias directivas de un banco comunal que organizó uno de los primeros centros de ayuda tras el incendio. “Ha sido terrible: pudimos escapar de allí porque mi hermano nos ayudó. Lamentablemente después de que sacó a mi mamá, volvió para buscar a su mascota y revisar cómo estaba la botillería, el negocio que teníamos en nuestro domicilio, y ya no pudo salir”, cuenta Elisa.
Tan pronto se conocieron las primeras noticias, se activó el comité de emergencia de Fondo Esperanza, que tomó acciones inmediatas para ayudar a las víctimas del incendio. Representantes de varias gerencias de la oficina central se reunieron con los empleados de Fondo Esperanza en la zona y con emprendedores afectados para conocer la magnitud de lo ocurrido, ofrecerles apoyo psicológico y evaluar las medidas a tomar.
A través del Hogar de Cristo, entidad accionista de Fondo Esperanza junto a la Fundación Microfinanzas BBVA, se gestionó el apoyo funerario y se elaboró un registro con información para poner en marcha las ayudas lo más rápido posible. “Entre algunos socios nos organizamos para ayudarnos e informarnos de lo que estaba pasando. Hemos creado una red interna que ha sido muy eficiente. Las socias pueden venir con su carnet de identidad y les entregamos un kit de higiene y alimentación que les manda Fondo Esperanza”, cuenta Luis Castillo, organizador de uno de los centros de recogida de ayuda.
Unos días después de la tragedia, Fondo Esperanza ya contaba con una categorización de los emprendedores afectados para implementar medidas crediticias de apoyo. Además, se utilizó el fondo de emergencia de la entidad para repartir 265 cajas de comida y el Hogar de Cristo distribuyó palas, guantes y carretillas para remover los escombros del incendio.
Después de distribuir la ayuda más urgente se empezó a brindar apoyo y acompañamiento a los afectados. Fondo Esperanza puso en marcha redes para la reconstrucción de viviendas y poner de nuevo en funcionamiento los negocios de los afectados. Será un camino largo y difícil que la entidad chilena de la FMBBVA se compromete a recorrer con los emprendedores: “tenemos el compromiso de acompañarlos y apoyarlos para que este proceso sea lo más rápido posible. Las redes de apoyo que se generan en los bancos comunales demuestran la relevancia de esta metodología, donde en momentos tristes, como estos, el grupo se transforma en una familia”, concluye Mario Pavón, gerente general de Fondo Esperanza.