Cacao, de alimento de los dioses al “fruto de la paz”

En taza, en onza, en bollería y pastelería, en hasta en cosmética…las posibilidades gastronómicas y comerciales del cacao son casi  infinitas. De sus múltiples usos y derivados depende la estabilidad económica de muchas familias en todo el mundo. 

En Colombia, el cacao va aún más allá…ha sido un cultivo clave para que zonas afectadas por el conflicto empiecen una transición hacia la paz. Muchos productores han sustituido el cultivo de coca por el cacao y han emprendido un nuevo camino hacia una sociedad sin violencia.

Dana y Marlon conocen estas zonas y a los agricultores que trabajan en ellas. Cada uno desde su experiencia: Dana ha vivido siempre de plantar cacao y está viendo cómo otros agricultores han vuelto a los cultivos tradicionales tras dejar de plantar coca. Y Marlon ha conocido a varios de ellos porque les compra cacao para su pastelería. 

Un oficio familiar 

Dana Araque proviene de una familia campesina de ocho hermanos cuyos padres les inculcaron el amor por el campo, y por trabajar la tierra, especialmente por el cultivo del cacao. Entre sus recuerdos de la infancia no olvida cómo su padre le enseñaba a molerlo y tostarlo.

Dana Araque en su finca cacaotera

Antes de comprar la finca en la que vive y trabaja actualmente en San Vicente de Chucurí (departamento de Santander) junto a su esposo y a su hijo menor, era empleada a tiempo parcial en otras fincas del municipio donde se encargaba de la administración del terreno, cuidaba los cultivos y a modo de pago recibía una parte de la cosecha. Para tener más oportunidades, se formó en prácticas de manufactura, control de plagas o cuidado del medioambiente. 

De las cuatro hectáreas de la finca de su propiedad, dos están destinadas al cultivo del cacao y el resto a cítricos (naranjas y mandarinas). También planta aguacate para consumo familiar.  

Bancamía, la entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA en Colombia, le ha apoyado con  tres créditos para invertir en insumos, en la fabricación de envases al por mayor para su marca Chocolate Artesanal Montebello y para adquirir maquinaria (un molino en acero inoxidable con motor y una balanza electrónica) y ha podido habilitar un espacio en su finca para transformar el cacao en sus distintas texturas. 

Los casi 100 kilos de cacao mensuales que procesa los vende a vecinos de su comunidad en Bucaramanga, en tiendas y supermercados y en un puesto que cede la Alcaldía a productores locales.

Dana, en su finca, con su asesor de Bancamía conversando sobre las funcionalidades de la app de banca móvil

Un pilar de la comunidad 

Su próximo reto es comprar más maquinaria especializada, como una refinadora que le permita hacer manteca de cacao, producto con mucha salida comercial. Además, quiere fabricar chocolatinas  con su marca.  

Mientras tanto, elabora productos de repostería con base de cacao, como tortas y galletas, que vende a los turistas; mejora sus ingresos con la venta de comida típica santandereana a través de redes sociales y en ferias. 

Dana, es un referente en su comunidad. Es miembro de la Asociación Municipal para la promoción Integral de la Mujer Rural (APRIMUJER) formada por más de 120 mujeres que ayudan a los habitantes del área rural de San Vicente de Chucurí afectadas por el conflicto armado. 

Dana ha vivido muy de cerca las consecuencias del conflicto colombiano. Tuvo que abandonar Bucaramanga junto a su familia durante casi un año por una disputa territorial entre el Ejército y el ELN. Por eso se emociona al ver que las zonas en las que antes se cultivaba coca se están recuperando para el cacao. “El cacao es ahora en Colombia el fruto de la paz”, afirma.

Espíritu emprendedor 

También el chocolate es mucho más que un dulce para Marlon Ferreira. A sus 29 años, este emprendedor colombiano ha hecho de la pastelería con cacao una forma de vida. El “alimento de los dioses”, como lo llamaban los antiguos mayas, ha formado siempre parte de su vida. De pequeño vendía a sus compañeros de colegio las chocolatinas que elaboraba con una cobertura derretida que ponía en moldes y luego refrigeraba. “Colombia tiene el potencial de tener el mejor cacao del mundo”, afirma convencido. 

Un curso especializado en producción y transformación de este producto fue el punto de inflexión para decidirse a emprender. Mientras estudiaba conoció a productores de cacao de varios departamentos que le comentaron sus dificultades para vender sus cosechas. Vio un nicho de negocio y en 2019 fundó en su casa una microempresa familiar en la que también participan sus padres.

Hoy ya cuentan con una fábrica en San Gil (Departamento de Santander) donde producen hasta 8.000 barras de chocolate. Venden a municipios cercanos, como Villa de Leyva, Barichara, Bucaramanga o Bogotá, y recientemente un cliente de Miami se ha interesado por sus productos. 

 

Para comprar el mejor cacao y con más sabor, Marlon se ha aliado con asociaciones de productores de varios departamentos (entre ellos, Antioquia, Meta o Chocó) y comparte con ellos sus conocimientos sobre técnicas de cultivo para mejorar la calidad del fruto. Además, ha acordado pagos de primas a los que alcanzan determinados estándares de producción. “Al tener contactos con pequeños productores sabemos que el cacao tiene la calidad que nosotros requerimos. Es una experiencia muy bonita estar con ellos y conocerlos. Considero que el chocolate es más que un fin, es un medio con el que nosotros podemos llegar a generar desarrollo y conectar muchos aspectos sociales o medioambientales”, explica. 

Premios al desempeño empresarial 

En 2021, su empresa Maluwa Chocolate Company, recibió dos reconocimientos en el International Chocolate Awards, edición Colombia, gracias a la alta calidad en origen del cacao con el que elabora sus productos. Y en 2023 ganó el premio a la Mejor Microempresa del Año, en un concurso que organizan BBVA Colombia, Bancamía y RCN Radio, para reconocer la aportación de los pequeños emprendimientos a la economía, que representa el 95% del tejido productivo. 

Marlon elabora una de sus famosas coberturas de chocolate

Próximamente empezará a comercializar una línea de productos con chocolate bajo en azúcar. Y seguirá investigando en texturas y sabores para aprovechar las posibilidades gastronómicas del cacao. Su próximo reto es obtener un endulzante a partir del mucílago, la sustancia que recubre el grano y que tiene un elevado porcentaje de azúcar. 

Marlon, contará en redes sociales sus avances y nuevos productos. “Trabajar con Instagram y Facebook ha resultado clave para que nos conozcan”, explica.  

El cacao ha sido su salvavidas económico. Por eso le gustaría crear una fundación que promueva el empleo joven en el sector, para que haya un relevo generacional en este cultivo y que las nuevas generaciones vean las oportunidades que el campo puede ofrecerles

Del acompañamiento de Bancamía, que le ha entregado varios préstamos, destaca la cercanía del asesor y la rapidez para acceder a créditos.

Tras conocer a Dana y a Marlon, comprobamos que detrás de cada onza de chocolate hay mucho más que un dulce… está el trabajo de miles de emprendedores de todo el mundo que, ya sea cultivando cacao, procesandolo o elaborando recetas, han hecho del “alimento de los dioses” una forma de vida y el sustento de muchas familias deseosas de vivir en paz

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