Una de las principales barreras para poder generar oportunidades de desarrollo es la dificultad que sufren los más desfavorecidos para acceder a los servicios financieros

Colombia es en América Latina la cuarta economía por tamaño y el tercer país más poblado de la zona. Desde el punto de vista macroecómico ha mostrado una buena evolución en los últimos ocho años con una tasa media de crecimiento real per cápita del 3,3%. A pesar de que el país sigue inmerso en un proceso de pacificación con las FARC, hay signos positivos en éste y otros terrenos. Un motor importante ha sido su integración en la Alianza del Pacífico (AP) creada hace algo más de dos años junto a Chile, México y Perú. El 10 de febrero de 2014 la AP llegó a un acuerdo comercial para la zona calificado de hito, ya que elimina los aranceles para el 92% de los bienes y servicios que comercian entre sí entre estos cuatro países que son, según palabras de Felipe Larraín Bascuñan, ministro de Hacienda de Chile, “las economías de más rápido crecimiento de la región”.

Según diversas fuentes, Colombia ha crecido alrededor del 5%, situación que se ha debido en parte gracias al buen comportamiento de sus materias primas lo que ha provocado un aumento del peso de los recursos naturales dentro de la economía y ha impulsado los ingresos del país y la inversión extranjera.

Pero la tasa de desempleo es la más alta entre las principales economías de la región (10,6%) y se mantiene como el quinto país con mayor desigualdad por detrás de Guatemala, Honduras, Brasil y Paraguay. El 20% de la población colombiana más acaudalada acumula el 49,8% de los ingresos, mientras el sector más humilde sólo maneja el 4,6% de los mismos.