Trajes que conservan tradiciones y cambian vidas

Cada 16 de julio, cientos de miles de peregrinos y turistas se acercan hasta La Tirana, un pueblo al norte de Chile, para venerar a la Virgen del Carmen con misas, bailes y fuegos artificiales. Ese día acaparan las miradas los trajes típicos, confeccionados por emprendedoras como Vilma Leiton. Para ella, la costura no tiene ningún misterio. Es su refugio y una aliada para superar momentos difíciles.

Supo ver en los trajes de las fiestas populares una oportunidad de negocio. Perfeccionó la técnica y amplió sus conocimientos para destacar entre los demás talleres y hoy, recibe pedidos incluso de la capital, Santiago. El apoyo que le brinda Fondo Esperanza desde hace tres años le ha permitido abarcar más trabajo gracias a la adquisición de nuevas máquinas.

La fiesta de La Tirana, posiblemente una de las más conocidas de Chile, destaca por los casi doscientos grupos que, vestidos para la ocasión, llenan con sus bailes las calles de este pequeño municipio. En sus trajes, los colores y formas representan la fusión de culturas tan distintas como la inca, la china o tradiciones centenarias de Bolivia. Trajes que Vilma confecciona con esmero para contribuir en una fecha tan señalada en su comunidad.

Traje tradicional de la fiesta de La Tirana

Puntada a puntada su negocio ha ido creciendo: sus dos hijos mayores han podido estudiar en la universidad y la pequeña está terminando ingeniería civil industrial. Una carrera con la que espera ayudar a su madre: “En un futuro, me gustaría potenciar el trabajo de mi madre y por qué no, hacer de su taller una empresa más grande”.

El banco comunal, una red de apoyo

Para Vilma, la solidaridad que demuestran las mujeres que forman parte de su banco comunal es algo difícil de encontrar hoy día. “Ya nadie ayuda a alguien que no conoce”, afirma. Por eso, “lo que hace Fondo Esperanza es un ejemplo digno de imitar”.

Con el tiempo, espera seguir creciendo y contribuyendo a que las fiestas, del norte al sur de Chile, vistan los coloridos trajes de su pequeño taller de Iquique, impulsado gracias a la determinación y el esfuerzo de un grupo de mujeres inconformistas dispuestas a no depender de nadie para ser las protagonistas de sus vidas.

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