Resiliencia en cuatro palabras: Esfuerzo, ganas, coraje y flores…

Poder vivir de lo que a uno le gusta no tiene precio. En el caso de Manuel y de Marisol vender flores es para ellos mucho más que un negocio, más que una profesión, porque es la garantía de que podrán ayudar a facilitar el futuro de sus hijos.

Con 19 años, Manuel Zamora comenzó a trabajar como jardinero. En 2010 montó su empresa de servicios de jardinería para particulares. Tras superar una enfermedad que le obligó a cerrar, comenzó una nueva etapa en 2018 cuando su hija le animó a formar parte del banco comunal Emprendiendo Juntos de Panquehue, de Fondo Esperanza, entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA.

Manuel compraba hortalizas y flores de temporada y las vendía en los caminos. Asegura que el secreto de tener tantos clientes es tener buenos precios “porque así los clientes vuelven” y elegir personalmente cada planta. Las cuida “como si fueran para mi casa”.

Manuel Zamora, emprendedor de Fondo Esperanza (FMBBVA) tiene dos invernaderos donde vende flores y verduras

Manuel Zamora, emprendedor de Fondo Esperanza (FMBBVA) tiene dos invernaderos donde vende flores y verduras

El negocio ha ido creciendo y ha alquilado un terreno donde ha instalado dos invernaderos, una zona de frutales, una huerta y un local para vender la mercancía. La producción sigue aumentando, tanto que, bromea, “si mi asesora de Fondo Esperanza tuviera que contar todas mis plantas tendría que pasar el día completo en el invernadero”.

“Las plantas me lo han dado todo: mantener a mi familia, la posibilidad de que mis hijos estudien y mi propio vivero. Esto es mi vida. Si pudiera estaría aquí el día y la noche”, asegura.

Con él trabajan su hijo, que se encarga de la administración, su nieta y otros 4 empleados. “Estoy pasando el mejor momento de mi vida. No quiero que este emprendimiento muera porque me ha costado mucho sacarlo adelante. Antes no tenía nada, sólo vivía de un sueldo. Ahora tengo dos camiones, el local y los invernaderos. He hecho muchos logros con mi emprendimiento. Y sigo creciendo”, finaliza Manuel, cuyo sueño es que su hijo y su nieta se encarguen del negocio cuando él ya no pueda seguir al frente. 

Toda una vida vendiendo flores

La vida de Marisol Villarroel tiene muchas coincidencias con la de Manuel: ambos son chilenos, decidieron ser sus propios jefes, eligieron la venta de flores como modo de vida y los dos son clientes de Fondo Esperanza.

Marisol vende flores desde hace 13 años. Empezó con un pequeño puesto ambulante, un carrito donde también vendía cremas y chocolates.  “Aunque lloviera, igual salía a vender”, recuerda. Hace cinco años alquiló un local donde vende flores, mercadería, peluches y productos de belleza. En 2002 abrió otra floristería y está ayudando a uno de sus hijos a abrir una pizzería.

Marisol ha diversificado el negocio y vende también regalos y peluches . Fondo Esperanza (FMBBVA)

Es un ejemplo de superación y de cómo es posible que los pequeños negocios vayan creciendo y permitan mejorar las vidas de sus dueños. “Cuando me pongo a hablar de mi vida, me pongo a llorar”, dice entre lágrimas esta mujer a la que la vida se ha encargado de empoderar sin que haya escatimado ganas ni esfuerzo.

 

Cristina González del Pino. Comunicación FMBBVA

HISTORIAS DE VIDA