“Que mi hijo sacara la carrera estudiando en el baño, no es una vergüenza, es un orgullo”

Como muchos estudiantes de medicina, el Dr. Anibal Arauz tuvo que aprobar numerosas  pruebas antes de obtener el título. Pero, para poder preparar sus exámenes, antes tuvo que afrontar  un dilema: ¿Dónde podía estudiar? No había mucho espacio ni muchas mesas en la humilde casa donde vivía. Así que, un día, decidió llevar sus cosas al cuarto de baño y convertir la tapa del inodoro en su escritorio.

Pero ésta no es solamente la historia del Dr. Arauz. Detrás de su practicidad y de su perseverancia, estaba siempre su madre, Miriam: la que salía a la calle al amanecer a vender frituras para poder pagar su matrícula; la que ahorraba todo lo que podía para que pudiera fotocopiar los libros de texto; la que aguantaba bajo el sol y la lluvia porque no le importaban las dificultades de entonces, sino el futuro de él y de sus hermanos.

Optimista y enfocada en la educación de sus hijos… Así describe Aníbal a esta panameña, que es, además, una emprendedora atendida por Microserfin, la entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA en el país.

Provenientes de la provincia de Chiriquí, Miriam y su esposo llegaron a Panamá y se instalaron en Las Garzas con poco más que sus sueños de conseguir una vida mejor. Ninguno de los dos pudo estudiar una carrera universitaria, por lo que, ambos se comprometieron a trabajar muy duro para que a sus hijos no les pasase lo mismo. “Lo que a mi me motivaba era que mis hijos, algún día, pudieran ser alguien en la vida”, asegura Miriam. “y yo tuve la oportunidad de ver eso. Ahora mismo, son profesionales. Que mi hijo sacara la carrera estudiando en el baño, no es una vergüenza, es un orgullo”, explica con alegría.

Miriam empezó vendiendo relojes por la calle, pero gracias a su empeño, creatividad e ingenio se convirtió en la dueña de un pequeño almacén, un salón de belleza, una hamburguesería, un taller de mecánica y de varios apartamentos en alquiler. Emprendimientos que no solo fueron claves para el progreso de su hogar sino que a día de hoy, dan trabajo a otros familiares y miembros de la comunidad quienes, gracias a Miriam, cuentan con un medio de vida estable. 

Ni la pandemia, ni las grandes superficies, ni la edad han detenido a esta luchadora. Ahora, a sus 64 años, disfruta de su éxito mientras sigue llevando el negocio familiar. Además, se ha convertido en un referente para sus nietos y sus bisnietos: un ejemplo de fuerza, de paciencia y de fe. Ingredientes necesarios para  cumplir las metas que uno fija en su vida sin perderse en el camino. 

HISTORIAS DE VIDA