Orfebrería tradicional: un negocio y un legado para las culturas indígenas

Los pueblos indígenas representan el 8% de la población de América Latina (dato del Banco Mundial en su informe ‘Latinoamérica indígena en el siglo XXI’). Conservar su cultura, ritos y tradiciones no es sencillo. La artesanía, como la orfebrería, está consiguiendo que el legado indígena no se pierda.

Jessica Quipainao González es orfebre mapuche, una etnia chilena que representa el 87,3% de los indígenas del país. Vive en la comuna de San Javier de Loncomilla, en la región del Maule. Ha encontrado en la orfebrería una forma de vida para sacar adelante a sus hijos y, a la vez, una expresión que mantiene viva la herencia de sus antepasados. Su abuelo paterno la inició en el tallado del metal al modo tradicional, usando martillo de palo y punzón. De su abuela aprendió el uso de la plata, un metal muy apreciado en las tradiciones mapuches, que se relaciona con la protección de los ancestros y el estatus social.

Artesanía y cultura ancestral

Jessica comenzó comprando y vendiendo joyas. Después se animó con el diseño y la fabricación artesanal de complementos, compró un local para instalar un taller y maquinaria, y así nació Aliwen, su negocio de orfebrería tradicional.

Jessica Quinpainao

Jessica Quinpainao, emprendedora chilena

En su cultura cada joya tiene un significado diferente. Los chaway (pendientes) trapelacuchas (pectorales) o tariloncos (cintas para adornar la cabeza) son parte de los rituales ancestrales. Sus diseños geométricos o florales son muy apreciados por su elegancia y vistosidad. Para elaborarlos, se mezcla plata y cobre para obtener un material más firme que se funde con oxígeno. El producto resultante se lamina y se trabaja con las plantillas de los distintos diseños.

“Empecé con la inquietud de transmitir mi cultura y me di cuenta de que era un muy buen foco laboral porque en la región del Maule no había orfebre mapuche”, explica Jessica. Sus clientes son sus mejores publicistas: le mandan fotos luciendo sus diseños y los publican en sus redes sociales. Así ha logrado que su taller se conozca en el extranjero.

Orfebrería mapuche fabricada en plata

Formación en gestión del negocio

Hace ocho años conoció a Fondo Esperanza, entidad chilena de la Fundación Microfinanzas BBVA, gracias a su cuñada, clienta de la entidad. Con los 150.000 pesos chilenos (177 euros) de su primer préstamo adquirió joyas para vender. Desde entonces, ha solicitado varios créditos para mejorar el negocio.

“Fondo Esperanza me ha ayudado económicamente y con capacitaciones, donde me han enseñado cálculo informático, lo que me permite tener controlados los precios, el IVA y lo que tengo de ganancia, y eso me ayuda y me enseña a ahorrar. Siempre tengo un colchón para comprar materia prima y seguir avanzando”, detalla esta emprendedora.

Sus ventas han bajado desde que comenzó el estallido social en Chile. Canceladas todas las ferias que tenía previstas, se ha visto especialmente afectada por no trabajar en un sector de primera necesidad. En una capacitación de Fondo Esperanza aprendió los conceptos básicos de marketing digital, y las redes sociales se han convertido en una herramienta para mantener su negocio y recuperar algunos ingresos.

“No ha sido fácil: nunca pensé que íbamos a llegar a una situación así. En Fondo Esperanza nos aplazaron las cuotas, eso te da un plazo más para juntar la plata. La pandemia nos hizo apretar un poquito más el cinturón, pero hemos aprendido a sobrevivir en estos momentos. Para mí fue muy importante la formación: me enseñaron a ordenarme y resuelven todas mis dudas sobre la administración de mi negocio. Fondo Esperanza ha estado conmigo en todo el proceso”, señala.

Conciliar trabajo y familia

Jessica en su taller

Como le ocurre a muchas mujeres en todo el mundo, conciliar un negocio y la vida familiar no es sencillo, pero lo ha logrado. “Yo soy jefa de hogar, tengo que preocuparme de mis hijos. He ordenado muy bien el horario del colegio y el de mi trabajo”.

Le diría a otros emprendedores que tomen el desafío. No solo es que te presten plata, sino que te enseñen a trabajar y a multiplicar lo que te pasan

“Le diría a otros emprendedores que tomen el desafío. No solo es que te presten plata, sino que te enseñen a trabajar y a multiplicar lo que te dan. Fondo Esperanza hace un trabajo completo: te apoyan, te facilitan el dinero, te ayudan a vender el producto. Siempre te dejan un colchón y con las ganancias vas pagando otras cosas o supliendo otras necesidades, pero te enseñan a que el colchón siempre tiene que estar ahí, tiene que haber una cartita bajo la manga, como se dice. Todo emprendedor, hoy en día, debería tomar el desafío de Fondo Esperanza, sé que no se van a defraudar”.

 

Jessica tiene muchos planes de futuro. Quiere ampliar su taller e instalar más vitrinas para exponer sus creaciones.  Además, le gustaría diversificar el negocio con la fabricación de textiles y comprar un vehículo para tener independencia.  La pandemia los ha retrasado, pero no se rinde y quiere retomarlos en cuanto mejore la situación.

 

Cristina González del Pino, Comunicación FMBBVA

 

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