Negocios familiares: tres historias de éxito que recogen y mejoran el legado generacional

Las historias de Wilton, Cristina y Greicy desafían la idea del emprendimiento como algo individual. Los tres decidieron continuar con el oficio de sus padres y lo han adaptado a los nuevos tiempos. Estos emprendedores dominicanos han superado obstáculos y han mejorado sus negocios que impactan positivamente en sus comunidades. Esa suma de esfuerzo, valores arraigados, tradiciones respetadas y compromiso les ha llevado a recibir el premio BCIE-SOLIDARIOS a la Microempresa 2023

Wilton García: apicultura con raíces familiares

El abuelo de Wilton García era apicultor y sus recuerdos de infancia son rodeado de colmenas observando cómo trabajaba, con el zumbido de las abejas de fondo. La pasión por las abejas le viene de familia. Huérfano a temprana edad, su abuelo fue la figura paternal que le guió en el camino de la apicultura. «Para mí es más que un oficio: es mi forma de honrar a mi abuelo y construir un futuro para mi familia», explica este emprendedor de cuyo negocio de venta y producción de miel su abuelo estaría más que orgulloso.

Desde 2016 se dedica a la apicultura. Tiene 240 colmenas que dan mensualmente más de 600 litros de miel. La producción aumenta cada año y gracias a los beneficios se ha construido una casa y sus hijas de 2, 8 y 13 años han podido ir al colegio. 

Wilton García, apicultor dominicano. Banco Adopem (FMBBVA)

El apicultor Wilson García ha mejorado el negocio de venta de miel que inició su abuelo. Banco Adopem (FMBBVA)

Amplía sus ingresos con la compra-venta de animales, por lo que espera adquirir pronto el terreno donde tiene instaladas las colmenas para que sea de su propiedad. Cuando lo consiga, ya tiene pensado incrementar la producción y las zonas de venta. 

Da trabajo a cinco empleados, entre ellos su hermano. Wilton es un ejemplo de cómo la pasión y el conocimiento transmitidos de generación en generación pueden inspirar a los jóvenes a emprender y a labrarse un futuro.

Cristina Reyes: Tejiendo la fuerza femenina

Cristina Reyes también ha seguido el legado familiar. Su padre le enseñó a fabricar cuerdas siendo ella muy pequeña. La situación en su hogar era precaria y Cristina tuvo que dejar los estudios en quinto de primaria para empezar a tejer y contribuir a la economía familiar.

Creciendo entre nudos y sogas, Cristina desafió roles de género al dedicarse a este negocio. “Cuando empecé, las miradas de incredulidad eran constantes. Pero la artesanía y la habilidad no tienen género», proclama con firmeza. “No solo creo cuerdas resistentes, sino también oportunidades laborales para las mujeres en mi comunidad», afirma con determinación.

Su emprendimiento es mucho más que el duro oficio de trenzar a mano nylon o algodón: es una firme declaración de empoderamiento femenino. 

Cristina Reyes, emprendedora dominicana que confecciona sogas. Banco Adopem (FMBBVA)

Cristina Reyes es un ejemplo de empoderamiento femenino. Dirige un negocio de confección de cuerdas. Banco Adopem (FMBBVA)

Los comienzos no fueron fáciles en un campo dominado por hombres. Venció los prejuicios y demostró que una mujer puede confeccionar sogas de la misma calidad que un hombre. “La clave está en realizar un buen trabajo, con talento y habilidad”, explica.

Gracias a su negocio ha logrado remodelar su casa, adquirir un vehículo para transportar los pedidos, darle a sus hijos una buena educación y, además, demostrar que el género no debería ser un obstáculo.

Greicy Jiménez: creatividad con conciencia medioambiental

Greicy Jiménez también trabaja con la fuerza y la creatividad de sus manos y también ha continuado el legado familiar, superando dificultades. Su madre vendía objetos tejidos en macramé y crochet. Greicy aprendió pronto el oficio: al principio tejía paños pequeños y luego diseños más complejos como manteles, forros para mecedoras o portavasos.

A los 13 años tuvo que dejar los estudios porque su escuela estaba demasiado lejos de su casa. Trabajó como manicurista para aportar a la economía familiar hasta que, con 19 años, se casó e independizó.

Tras vivir ocho años en Venezuela por el trabajo de su marido, volvió a República Dominicana y montó su negocio de artesanía. Confecciona complementos (carteras, cinturones o sombreros) y otros objetos con las hojas de la lila, una planta invasora que crece en las orillas del río Ozama, y a las que da forma tras un meticuloso proceso de recolección y tratamiento. Un negocio sostenible que lleva la belleza de las plantas hasta el mundo de la moda.

Greicy Jiménez. Artesanía con hojas de lilas. República Dominicana. Banco Adopem (FMBBVA)

Greicy Jiménez confecciona complementos trenzando hojas de lilas. Banco Adopem (FMBBVA)

Cada planta se lava a mano antes de pasar a una zona de secado. Todo realizado de manera artesanal, lo que revaloriza el producto final. “Este trabajo es el arte de las manos. Hay que tener creatividad para hacer cada pieza y paciencia para trabajar la planta”, detalla.

Adorna sus confecciones con otros materiales naturales como piel, madera o jícara de coco que compra a artesanos locales, promocionando así la economía circular. Gracias a la calidad y originalidad de sus piezas ha ganado varios concursos de artesanía y ha firmado  acuerdos con diseñadores de moda e interiores para la elaboración de piezas exclusivas. 

La educación de sus hijas ha sido uno de sus logros más gratificantes. “Cuando entraron a la universidad no estábamos preparados para asumir ese gasto. Cada día me ponía una meta en las ventas para que pudieran estudiar y tener la oportunidad que yo nunca tuve. Me siento orgullosa de tener mi casa, el local donde realizo mis creaciones y un espacio en mi casa donde también puedo trabajar”, explica cuando le preguntan si se siente orgullosa de lo que ha conseguido. 

Greicy quiere expandir el negocio y exportar sus productos a Japón y Estados Unidos. Ya ha dado el primer paso al firmar un contrato y registrar su marca.

Las historias de Wilson, Cristina y Greicy son dignas de contar porque son una inspiración para quienes tienen el sueño de continuar la tradición familiar y seguir los pasos profesionales de sus mayores. Son clientes de Banco Adopem, la entidad dominicana de la Fundación Microfinanzas BBVA, que les apoya con financiación, capacitación y educación financiera.

Unas historias de premio 

Los valores que representan estos tres emprendedores les han hecho merecedores de los premios BCIE-SOLIDARIOS a la Microempresa 2023, que entregan el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), a través de su Fundación de Apoyo Social, y Solidarios, del Consejo de Fundaciones Americanas de Desarrollo. 

Wilson ha obtenido el premio Desarrollo Agropecuario. Cristina ha sido premiada en la categoría Producción, Comercio o Servicio Innovador. Y Greicy en el apartado Mujer Emprendedora

Estos premios reconocen la aportación de los micro, pequeños y medianos empresarios que tienen iniciativas innovadoras y cuyos testimonios son una inspiración.

Cristina González del Pino / Comunicación FMBBVA

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