Día Mundial del Reciclaje: reutilizar cambia vidas y mejora el mundo

Los bosques cubren el 30% de la superficie terrestre, suponen una fuente importante de aire limpio y agua, y son fundamentales para combatir el cambio climático. Así lo señala Naciones Unidas, que a través de su Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15, insta a conservar y recuperar el uso de los ecosistemas terrestres para 2020.

Para lograr este objetivo, es importante reciclar los residuos que generamos. Todos los 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje, una fecha que anima a reflexionar sobre el uso que la sociedad hace del material que desecha. Algunos emprendedores de la Fundación Microfinanzas BBVA impulsan negocios basados en el reciclaje de distintos materiales. Hoy, queremos poner el foco en ellos. Personas que, concienciadas con el medio ambiente, decidieron emprender ‘negocios verdes’ y contribuir con los ODS y, por consiguiente, con la construcción de un mundo mejor.

Clarivel es una de estos emprendedores. Forma parte de un grupo de 11 mujeres de la comunidad del Javillar en Puerto Plata, República Dominicana. Todas se agruparon para formar ‘RePapel’, un negocio que consiste en reciclar el papel que desechan las oficinas o el que la gente tira por las calles de la ciudad. Visitan escuelas, empresas y otros lugares que les donan el papel usado para transformarlo en un producto nuevo.

Clarivel y dos de sus compañeras de trabajo de ‘RePapel’

Para esta emprendedora de la entidad dominicana de la FMBBVA, al principio montar el negocio fue muy duro, pero las ganas de todas estas mujeres y el apoyo de Banco Adopem, hicieron de este proyecto una fábrica de papel reciclado y el sustento diario de sus familias. “Para nosotras fue muy difícil porque trabajamos unos cuantos meses sin obtener resultados. No vendíamos el producto porque no éramos reconocidas, pero comenzamos a ir a ferias y eventos, y nos fuimos dando a conocer hasta tener un buen mercado”, asegura.

Aunque se trata de una labor compleja, cuidan cada detalle para que el proceso de reciclaje sea lo más natural posible. Los fragmentos tintados se desechan para no contaminar la futura pulpa, en lugar de usar tijeras cortan a mano y tampoco usan productos químicos, sino agua.

“El que compra este papel es porque quiere que sus clientes vean que su empresa apoya los proyectos verdes. Hemos tenido opciones para que la fabricación del producto sea más rápida, pero preferimos que sea totalmente artesanal y natural”, señala.

Pero la historia de Clarivel no es un caso aislado. En este mismo país, José lleva los últimos cuatro años de su vida reciclando cartón. Desde las 7 de la mañana, recoge de la basura todo el que se encuentra para llevarlo hasta su fábrica. Su preocupación por el medio ambiente le lleva a sacarle partido a este material y para ello recoge cada año más de 2.000 toneladas.

Comenzó recopilando los cartones en un carrito recorriendo las calles de la ciudad, para después prensarlo artesanalmente y venderlo. Pero en 2016, pidió apoyo a Banco Adopem. Pudo comprar una prensa hidráulica y empleó a varias personas para que le ayudaran en el proceso. Hoy, ve con orgullo cómo ha creado un negocio que, además de ser su fuente de ingresos, también lo es para más de diez familias.

Como Clarivel y José, Sandra también decidió impulsar un negocio basado en el reciclaje de productos desechados. Papel, cartón, envases de plástico, periódicos, revistas, metales, latas, bolsas, botellas, vidrios, ropa vieja… todo puede ser transformado y reutilizado por esta emprendedora chilena, que hace 3 años decidió dar un giro a su vida y dedicarse a lo que hasta entonces era una simple afición.

Por ahora logro vivir de esto, de materiales de desecho que, con trabajo y cariño, pueden transformarse en piezas únicas

«Llegó un momento en el que decidí apostar por mis sueños», cuenta Sandra cuando le preguntan por el nacimiento de su negocio. Una marca de artesanía moderna que aprovecha todos estos materiales para crear bisuterías, complementos y elementos decorativos. «Por ahora logro vivir de esto, de materiales de desecho que, con trabajo y cariño, pueden transformarse en piezas únicas», añade. Fondo Esperanza le ha acompañado en el desarrollo de un emprendimiento que comenzó con muy pocos recursos y que ahora, es el motor que impulsa su progreso.

Todas estas historias son claros ejemplos de que con materiales desechables, por muy usados que estén, se puede crear un nuevo producto, un nuevo negocio… e incluso una nueva vida.

Laura García, Comunicación FMBBVA

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