Por primera vez una entidad del sector privado usa el Índice de Pobreza Multidimensional de Oxford para medir las carencias de sus clientes

18 julio 2022

La Fundación Microfinanzas BBVA es la primera entidad privada que usa este índice para analizar la situación de los 2,8 millones de emprendedores a los que atiende en cinco países de América Latina, para conocer mejor las carencias a las que se enfrentan, y para diseñar propuestas de valor que mejoren las condiciones de vida de los que más lo necesitan.

El Índice de Pobreza Multidimensional es un estándar adoptado por las Naciones Unidas que se ha impuesto a nivel internacional; más de 100 países usan esta metodología en sus estadísticas oficiales. Es una forma de medir la pobreza que complementa a la tradicional, que se basa en el nivel de ingresos. En la multidimensional, los elementos que se estudian reflejan los aspectos más estructurales de la pobreza.  Según Sabine Alkire directora de la Iniciativa para el Desarrollo Humano y contra la Pobreza de la Universidad de Oxford que desarrolló esta metodología “nuestra meta no era solamente la investigación para realizar publicaciones académicas. Siempre pensamos que queríamos ser útiles a la gente pobre y que las mediciones pudieran ser usadas para elaborar políticas públicas, así como por ONGs y el sector privado”. 

Pero, ¿qué significa sufrir pobreza multidimensional? El estudio realizado por la FMBBVA, se basa en nueve indicadores que apuntan a tres dimensiones de la pobreza: educación, salud y vivienda. Se mide cuántos hogares tienen estas carencias y con qué intensidad. Estos indicadores son los que utilizan los países en sus estadísticas de pobreza multidimensional.

Las carencias más comunes en los hogares de estos emprendedores son el número de años de escolarización (que afecta al 42% de los hogares), el saneamiento (26%) y el acceso al agua (20%); seguido de los materiales de la vivienda (19%) y el acceso a Internet (19%). Un 24% de los hogares sufren carencias en tres o más indicadores simultáneamente lo que les  define como pobres multidimensionales.

“Queremos profundizar en el conocimiento del bienestar de las familias de los emprendedores a los que atendemos para mejorar su calidad de vida; por eso hemos utilizado este método de medición de pobreza multidimensional, que complementa los que ya veníamos realizando”, ha afirmado Stephanie García Van Gool, directora de Medición de Impacto y Desarrollo Estratégico de la FMBBVA, que ha dirigido el informe.

La educación y la salud son de las brechas de desarrollo más importantes para la FMBBVA, que ha puesto a disposición de sus emprendedores seguros de salud a bajo coste, que han llegado a contar con cerca de 180.000 beneficiarios al cierre del ejercicio y ha impartido formación a 594.614 personas durante 2021.

El emprendimiento tiene además un impacto indirecto en sus comunidades. Aunque es una herramienta de autoempleo para la mayoría de ellos, el 35% da trabajo a otras personas.

Esta visión multidimensional es complementaria a la de la pobreza monetaria. El estudio demuestra que hay personas que no son pobres monetariamente hablando pero sí sufren estas privaciones estructurales; de hecho, hay un número significativo de emprendedores de la FMBBVA con ingresos por encima de la línea de pobreza monetaria que sufren múltiples carencias en su educación, salud y vivienda. Otra de las conclusiones es que las personas que son pobres multidimensionales tienen una mayor probabilidad de sufrir un “shock” (imprevisto).

Recuperación tras la pandemia

El ahorro de los hogares españoles se multiplicó por 2,3 en 2020 como consecuencia de las restricciones impuestas por la situación epidemiológica y el temor al contagio, según datos de BBVA Research.

“No ha sido así para los hogares vulnerables en América Latina; a lo largo de 2020, el 71% de los emprendedores que atendimos vio total o parcialmente afectados sus ahorros. Y a pesar de las ayudas gubernamentales, el saldo medio también disminuyó en 2021”, según ha explicado García Van Gool.

La pandemia ha aumentado la desigualdad en la región con una elevada destrucción de empleo, sobre todo en los segmentos de menores ingresos, y ha incrementado los niveles de pobreza y desigualdad a pesar de las políticas implementadas por los distintos países.

En 2021, buena parte de estos impactos se compensan con una recuperación del PIB, pero sin embargo la recuperación del empleo lo hizo a un menor ritmo que la actividad, por lo que se observa un mayor nivel de emprendimiento como mecanismo de búsqueda de ingresos o de diversificación de los mismos.

El impacto de la pandemia fue significativo tanto en las microempresas como en sus hogares, lo cual confirmó su fragilidad financiera. Muchos de estos negocios se han reactivado, pero se enfrentan a nuevos desafíos, como el cambio climático o la crisis mundial de alimentos (el Índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alcanzó un máximo histórico de 159,7 dólares en marzo de este año, frente a 141,1 el mes anterior).

Ahora más que nunca, la FMBBVA seguirá al lado de los emprendedores. En palabras de Javier M. Flores, lo más importante de los 15 años de actividad de la Fundación “es haber ayudado a millones de personas a tener una mejor calidad de vida. Ese es nuestro principal objetivo”.

Los emprendedores jóvenes, el nuevo perfil 

La reactivación ha visto el empuje de un nuevo perfil: el joven emprendedor, generalmente urbano, y de mayor nivel educativo, que representa en 2021 un 39% de los clientes nuevos y más del 20% de los créditos activos de las instituciones de microfinanzas de la FMBBVA. Enfocado principalmente hacia el altamente competitivo sector del comercio, su facilidad de adaptación a los entornos digitales les abre nuevas oportunidades.

Destacan por la cantidad de nuevos emprendimientos así como por su mayor velocidad de reactivación. A pesar de contar con mejor nivel educativo que los mayores, han visto mermadas sus oportunidades laborales, por lo que emprenden más que antes de esta crisis.  Su facilidad para adaptarse a un entorno digital les ha ayudado con la reactivación.

El tipo de actividad que desarrollan, principalmente en un entorno urbano (65%), se adapta a gran velocidad por la facilidad de cambiar o diversificar sus productos y porque la inversión inicial en activos es menor a la de otras actividades, pese a una competencia feroz.

Los esfuerzos de adaptación de los hogares

A pesar del shock financiero, muchos de los emprendedores de bajos ingresos atendidos por las entidades de la FMBBVA, la mayoría mujeres (57%), han logrado reactivar sus negocios, principalmente a través del comercio al por menor. El sector agropecuario, menos afectado por la movilidad, ha seguido creciendo. Antes de la pandemia el entorno rural era particularmente inestable, sin embargo, ahora, la incertidumbre es mayor en el urbano.

Tras estos datos está el enorme esfuerzo de adaptación de numerosos hogares. El estrés financiero les ha afectado notablemente, y el aumento de la inestabilidad de sus ingresos ha sido evidente: en 2019 afectaba a un 25% de ellos, mientras que en 2021  a un 35%.

De estos emprendedores, muchos han logrado los mismos ingresos que antes y a unas tasas de crecimiento cercanas a las de 2019: el promedio en 2021 se sitúan en un 18% de crecimiento en ventas y un 21% en sus beneficios.

Educación y salud, prioridades para la FMBBVA

La FMBBVA ha desarrollado iniciativas y productos para mejorar las necesidades de los hogares en vivienda, saneamiento, educación, salud así como productividad y resiliencia ambiental. En 2021, estas iniciativas beneficiaron a más de 210.000 emprendedores, otorgando créditos por un importe superior a 130 millones de dólares.

García Van Gool ha destacado “la importancia de construir relaciones a largo plazo para un desempeño positivo y sostenible, ya que tras tres créditos las personas que inicialmente tenían ingresos por debajo de la línea de pobreza la superan y de media, la bolsa de emprendedores pobres se reduce un 27% tras dos años de relación con las entidades de la Fundación, con una tendencia positiva y creciente”.

“Tras dos años, un 5% de los emprendedores ha mejorado sus condiciones de vivienda y un 1% su nivel de educación, con el consiguiente impacto positivo en las futuras generaciones”, ha subrayado.