La inclusión financiera se encuentra en un punto de inflexión. Actualmente, existe la posibilidad real de llegar hasta los 2 mil millones de adultos excluidos del sistema financiero formal. Una clave importante para lograr un objetivo tan ambicioso es cuantificar su avance y examinar los beneficios que la acompañan. Estas son algunas de las conclusiones del Foro Económico Mundial en «Advancing Financial Inclusion Metrics: Shifting from access to economic empowerment», que recogen que los avances tecnológicos y una mayor colaboración entre distintos actores han facilitado el acceso a servicios financieros de personas de bajos ingresos. Segmentos vulnerables que han sido histórica y geográficamente alejados de la banca tradicional.
En este sentido, lanza un importante recordatorio: el acceso a un producto financiero no se traduce automáticamente en la mejora de la situación económica de una persona. Para esto, sería necesario un uso adecuado y responsable de dicho producto. Por esta razón, el grupo de trabajo formado por expertos, reguladores y ONGs advierte que «la medición de la inclusión financiera no es un fin en sí mismo, sino un punto de partida para llegar al desarrollo económico».
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Consciente de ello, la Fundación Microfinanzas BBVA mide cada año sus resultados para diseñar estrategias que lleven al cumplimiento de su misión de fomentar el desarrollo económico y social de personas vulnerables. Cuenta con datos estadísticos sólidos para conocer mejor a sus emprendedores, entender sus necesidades y aprender de sus experiencias. Todo gracias a la información que obtiene de indicadores como: género, nivel educativo, entorno en el que viven, actividad económica, etc. Un ejercicio fundamental que permite analizar las consecuencias reales que tienen la inclusión y la educación financieras sobre los emprendedores a los que la Fundación atiende en 5 países de América Latina.