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Microfinanzas para la mujer rural

El ejemplo de Adelaida Morán

Para llegar a la casa de Adelaida Morán hay que recorrer 30 kilómetros de caminos de tierra. Vive en Capira, un pueblo panameño con solo 200 vecinos. En pueblos como el suyo, ubicados en zonas alejadas y de difícil acceso, se puede ver cómo las microfinanzas pueden cambiar la vida de las personas de escasos recursos. 

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Adelaida utilizó los 200 dólares del primer préstamo que recibió de Microserfin, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) en Panamá, para montar una abarrotería, una “tiendita pequeña”, como ella la define, donde vende comestibles y productos varios, con los que abastece a su comunidad. 

Como les ocurre a muchas personas de América Latina que deciden emprender, Adelaida ha tenido que adecuar su vivienda para desarrollar allí su pequeño negocio.

Por ese motivo, destinó el segundo crédito, de 750 dólares, a retirar el suelo de tierra y las paredes de hojas de palmera de su casa. Lo hizo gracias a CASAFIN, un producto, que además del apoyo financiero, identifica las necesidades de las obras a acometer y las adapta al desarrollo del negocio. “Me siento segura porque las paredes y el suelo ahora son de cemento y el techo de zinc. Además, hemos comprado paneles solares para tener luz”, explica esta emprendedora.

Un crédito para cada etapa del negocio

Conoció a Microserfin por una promoción radiofónica. Acudió a la entidad y desde ese día, hace ya ocho años y diez créditos, su negocio ha ido creciendo. “Sin duda, desde ese momento, hay un antes y un después en nuestra vida”, afirma.

Durante este tiempo, los asesores de la entidad de la FMBBVA la han ayudado  con la gestión del negocio. “El asesor te asesora, te visita. Así sé lo que puedo gastar y estoy al día con mis pagos”, detalla.

Al igual que a miles de emprendedores, la pandemia ha afectado a Adelaida. Ha tenido que cerrar la abarrotería, ya que las medidas de distanciamiento social impedían a los clientes ir a comprar, tampoco podía reponer género y los productos se encarecieron.  Sin embargo, ha seguido teniendo ingresos gracias a la diversificación de su negocio, que ya tenía antes del COVID-19. Así ha podido mantener a sus tres trabajadores, con el cultivo de café y limones, y con la cría de cerdos y gallinas. 

Además, el coche que compró con otro de los créditos de Microserfin la ha ayudado a vender sus productos y a acercar a sus vecinos al hospital cuando lo han necesitado.

Desde Microserfin, ha recibido las medidas de alivio financiero que la entidad puso en marcha en 2020 para mitigar el impacto de la pandemia en los negocios de todos los emprendedores a los que atiende.

Emprender para tener más oportunidades

En la región, muchas mujeres de pocos recursos emprenden para mejorar la situación de sus familias, especialmente la de sus hijos, para que tengan más oportunidades y accedan a una formación que en la mayoría de los casos,  ellas no tuvieron.

Adelaida lo tiene muy claro: “La salud y la educación de mis hijos es fundamental. Ellos deben luchar para estudiar. Con estudios se sale adelante”, afirma con contundencia. De hecho, una de sus hijas ya está estudiando Contabilidad en la universidad. 

Mientras, Adelaida no deja de pensar en mejorar, en cumplir más sueños cuando la pandemia lo permita. Quiere ampliar su casa y habilitar un espacio multifuncional que pueda alquilar para eventos, fiestas y otras actividades.

Como ella misma dice, “las mujeres rurales luchamos por salir adelante. Con lluvia o sol uno no se queda ahí, siempre se trata de hacer algo”.