Apicultura: un emprendimiento que contribuye a la sostenibilidad ambiental

El 20 de mayo ha sido declarado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como el Día Mundial de las Abejas. Para muchos puede que este sea un día corriente, pero lo cierto es que preservar estos insectos y otros polinizadores-como las mariposas, los murciélagos y los colibríes-, permite que se reproduzcan muchas plantas, entre ellas numerosos cultivos alimentarios. 

Andrea Presinal, emprendedora de Banco Adopem en Bani, República Dominicana, sabe lo importante que son las abejas para la sostenibilidad ambiental, y por eso, decidió dedicarse a la apicultura como trabajo a tiempo completo. Hace hincapié en que “hay que respetar las abejas, porque esos bichitos, junto a otros insectos, se encargan de la polinización de las plantas”.

Este mundo le apasiona, por ello, se ha dedicado a la crianza de estos insectos desde hace más de trece años. Su primer contacto con ellas fue a corta edad, pero de adulta comenzó a enamorarse de lo que en el futuro sería su fuente laboral.

En sus palabras, «las abejas son una sociedad perfectamente organizada, donde cada quien hace lo que le corresponde y aunque sea muy poco lo que cada una pone, se logra el objetivo”, comenta emocionada. Explica que lo que más le impresiona de este fascinante mundo es la organización de estos insectos, cuya duración de vida es de unos 45 días aproximadamente.

Es un trabajo arduo pero gratificante: “Lo primero que uno tiene que hacer en este negocio es conocer la zona, ver donde sería mejor situar las colmenas con las abejas. Estas no se pueden poder en cualquier lugar. Tienen que estar cerca del agua, en un lugar donde no haya viento fuerte que pueda tumbarlas. Cuando uno está cerca de las colmenas tiene que estar absolutamente tranquilo porque de lo contrario las abejas sienten la adrenalina y atacan en defensa”, finalizó.

Esta emprendedora de Adopem, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA, cuenta en la actualidad con más de 100 colmenas, de las cuales puede extraer hasta 6 tanques de miel.

Su historia nos enseña que a pesar de desempeñar un trabajo complicado, cuando hay pasión nada te detiene para que puedas trabajar en lo que te gusta, y de paso, aportar en la sostenibilidad ambiental.

Carla Grandón, Comunicación de Fondo Esperanza

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