Durante las VIII Jornadas Corporativas de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), Juntos marcamos la diferencia, hubo un momento especialmente conmovedor: el panel Historias que inspiran, soluciones que transforman. Cinco personas compartieron sus historias con valentía y emoción. No dieron cifras ni teorías, sino que hablaron de experiencias reales. Emprendedores, una jóven becada por Financiera Confianza, entidad peruana de la Fundación, y una asesora dejaron claro con su testimonio que la Fundación trabaja con el objetivo de transformar vidas.
Familias que avanzan juntas
Humberto Sotomayor encontró en el turismo una forma de mantener a su familia y salir adelante. Vive en el Amazonas, donde dejó el comercio para convertirse en guía turístico. Desde que decidió emprender ha tenido que superar una pandemia, un terremoto y también el cierre del aeropuerto de la zona. Pese a todo, su ilusión se mantiene intacta: “Mi trabajo es mostrar la belleza de mi tierra, y lo hago con orgullo”, cuenta.
Sin embargo, reconoce que su mayor satisfacción no es el negocio que ha puesto en marcha, sino su hija Victoria. Ella estudió en el Colegio de Alto Rendimiento (COAR) y cursó el Bachillerato Internacional. La jóven siempre pensó que su familia no podría costear sus estudios en una universidad privada hasta que un día su padre le animó a postular a la beca de Financiera Confianza para hijos de emprendedores vulnerables. Hoy estudia Administración y Marketing en la Universidad de San Andrés (USAN) y durante el panel compartió lo que supuso obtener una beca de la entidad peruana de la FMBBVA: “Para mi familia y para mí es una oportunidad que ha cambiado nuestras vidas. Gracias a mis estudios, espero poder apoyar a mi padre en su negocio y en el futuro abrir una agencia turística familiar”, cuenta.

Artesanía con alma
María Jorge también procede de la amazonía peruana. Es madre de cuatro hijos a los que saca adelante sola gracias a su esfuerzo y su carácter emprendedor. Desde que comenzó a vender artesanías a los turistas, hace doce años, ha ido ampliando sus negocios y hoy es una líder de la comunidad Asháninka de San Pedro de Marankiari, en Chanchamayo.
Gracias al apoyo de Financiera Confianza, compró un terreno, diversificó su actividad y sueña con abrir un serpentario: “Quiero que los visitantes aprendan sobre nuestra biodiversidad, y que más mujeres de mi comunidad también se animen a emprender”, dice.

Volver a empezar, lejos de casa
Maryuri Oropeza es venezolana y llegó a Perú hace una década impulsada por la difícil situación económica y política de su país. Aunque su formación era en administración y finanzas, comenzó trabajando en la informalidad, en empleos que no reconocían su experiencia. Vendía productos mientras cuidaba a su hijo pequeño, soñando con algo más estable.
La oportunidad llegó cuando solicitó un préstamo y conoció a un asesor de Financiera Confianza que le animó a solicitar un trabajo como asesora de la entidad. Maryuri fue contratada y desde entonces no ha parado de crecer. Aprendió sobre ventas, atención al cliente y a lidiar con el rechazo, que a veces llega solo por su acento. Por eso prefiere visitar en persona a sus clientes, muchos de ellos también venezolanos, que se sienten comprendidos y acompañados por alguien que conoce de cerca lo que significa empezar de cero: “Para mí, ser parte de Financiera Confianza ha sido una oportunidad real de crecer como profesional, y también de apoyar a quienes más lo necesitan”, dice. Su historia es un ejemplo de cómo, incluso en otro país, con esfuerzo y actitud, se puede construir un nuevo comienzo.
Emprender no tiene edad
Dori Herencia tiene 70 años y una energía que contagia. Pese a que ha vivido momentos vitales muy duros, cuenta con varios negocios pequeños con los que saca adelante a su familia. Dori forma parte del grupo Palabra de Mujer, de Financiera Confianza, una red de apoyo formada por mujeres emprendedoras: “No quiero parar. Siempre hay algo que hacer, algo que enseñar, algo que construir”, dijo durante su intervención en el panel. Para ella, emprender es una forma de mantenerse viva, útil y conectada.
Testimonios como los de Humberto, Victoria, María, Maryuri y Dori muestran que el verdadero impacto de la Fundación Microfinanzas BBVA no se mide solo en números, sino en vidas transformadas. Ellos son ejemplos reales de cómo la financiación combinada con educación y acompañamiento abre puertas, fortalece comunidades y genera oportunidades que pueden cambiar el presente y el futuro de millones de personas.