Fresas que cultivan sueños

María es dueña de dos terrenos de 5.000 y 10.000 plantas de fresas, respectivamente. El éxito de su primera cosecha fue tal, que ella y su marido se convirtieron en los mejores productores de fresas de su comunidad. María recibió nueve créditos que ha invertido en su furgoneta, maquinaria agrícola y semillas.

Cuando María Orellana terminó sus estudios de auditoría y empezaba a labrarse un futuro en el sector financiero, el fallecimiento de su padre cambió sus planes. Heredó un terreno de dos hectáreas en la región de la Araucanía, a más de 700 km de la capital de Chile, en mitad de una comunidad indígena. Ella y su esposo, Sergio Castillo, decidieron trabajar la tierra y vivir de la plantación de hortalizas. Sergio las vendía en la feria Pinto de Temuco y, gracias a su buena calidad, fidelizó a una clientela que no dudaba en acercarse directamente a casa del matrimonio para adquirir sus productos.

Para ampliar el negocio, María empezó a cultivar fresas. El éxito de su primera cosecha les hizo ocnvertirse en los mejores productores de su comunidad. Por ello, buscaron asesoría técnica en distintas instituciones estatales, para mejorar todos los procesos de plantación, riego, cosecha y venta. Pero su habilidad como productores no era suficiente, para crecer necesitaban financiación. Conocieron Emprende Microfinanzas gracias a un agricultor de la comunidad indígena, que les comentó que en Temuco existía una institución que ayudaba a las personas con pocos recursos.

En 2008 recibieron el primer crédito de la entidad por un monto de USD 400, el primero de los nueve con los que María y Sergio repararon su camioneta y compraron maquinaria y semillas.

“Emprende nos ayudó mucho para poder invertir. Gracias a eso hemos podido salir adelante. Agradezco la confianza que han puesto en nosotros. Nos prestan el capital para hacer una buena inversión y cosechar bien”, señala.

La jornada de María dura, pero ella no desfallece. Se levanta temprano, recoge la fruta y la coloca con delicadeza en las cajas que su marido lleva en su camioneta al caer la tarde hasta el mercado de Temuco. “Es lindo trabajar con la fresa. Cuando me levanto y veo mi huerto, veo que a pesar del tiempo que haga aparecen frutas maduras y eso para mí es lindo. En el futuro me gustaría seguir trabajando con Emprende para seguir mejorando mi inversión, necesito invertir más”, afirma mientras camina entre las hileras de fresas.

Tiene nuevos proyectos. Quiere adquirir las infraestructuras y productos que le permitan mejorar el rendimiento de la cosecha, adelantando la fecha de recogida de la fresa para obtener así un precio de venta mejor. “Finalmente, las fresas se convirtieron en parte de mi vida y quiero seguir cada día perfeccionando mi producción para seguir creciendo y qué mejor que con mi fruta preferida”, señala satisfecha.

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