El artesano que consiguió vivir de su pasión

Hace seis años Eduardo Sandoval decidió cambiar radicalmente. A sus 62 años llevaba la mitad de su vida trabajando para una empresa; los horarios no le permitían disfrutar de su familia y los ingresos apenas llegaban para vivir dignamente.

Desde niño, había demostrado un talento innato para los trabajos manuales. A los 14 años empezó esculpiendo piedras y a los 17 montó un taller de cerrajería artística. Pero pasaban los años y no daba el paso de dedicarse a la que siempre fue su pasión… la artesanía. Hasta que un problema de salud, unido al deseo de compartir más tiempo con su mujer y sus cuatro hijos, le animó a recuperar esa habilidad de su juventud y explorar la opción de dedicarse al oficio de artesano en madera para sostener a su familia. “Un día que no teníamos dinero para comida decidí crear figuras decorativas para venderlas. Lo primero que hice para comprobar si todavía me quedaba cabeza para realizar una pieza fue una cuchara, y me quedó bien”, recuerda con humor. Reunió entonces a su familia para decirles que el futuro familiar estaba en la artesanía: “Saben, desde ahora no vamos a pasar más hambre”.

«Lo que estoy haciendo me gusta. Lograr eso en un trabajo, aunque sea por necesidad, es impagable»

Fotografía de Eduardo Sandoval en su taller de artesanía, FMBBVA Chile Emprende

Eduardo Sandoval en su taller de artesanía

Cada mañana diseña y confecciona las figuras, que después su esposa y su hijo mayor venden en su puesto de venta ambulante en algún lugar estratégico de la ciudad. Fue en una de las ferias de artesanía en las que participaba, cuando la mujer de Eduardo pudo conocer la labor de Emprende Microfinanzas a través de una ejecutiva de la institución. Era la primera vez que solicitaban un crédito y decidieron empezar con un primer préstamo de 200 USD para comprar materiales y madera. A ese préstamo se sumaron otros cuatro en distintas fechas y para distintas necesidades de ampliación y mejora del negocio. El último crédito fue de 500 USD.

Un oficio que surgió fruto de una afición en la adolescencia se ha convertido en parte de su vida y en un sustento para su familia. “Cada mañana me paro frente al mesón de trabajo y hago la pieza que deseo confeccionar, sin recibir ninguna presión. Porque lo que estoy haciendo es algo que me gusta, algo que necesito hacer y sirve de terapia a toda la familia”, afirma este emprendedor, y añade: “Lograr eso en un trabajo, aunque sea por necesidad, es impagable”.

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