Septiembre es un mes lleno de contrastes; uno de los que se repite cada año es el que dibuja esa estampa que mezcla labradores, bodegas y productores que celebran, envueltos en uvas y vino, el comienzo de una nueva temporada. Las fiestas de la vendimia se convierten en un símbolo de comunidad, donde la alegría y la preocupación por el futuro de la Agricultura cobran casi el mismo protagonismo; aunque últimamente, en medio de la celebración, resuenan más altas las voces de los agricultores, preocupados por la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas que amenazan sus cosechas.
El pasado año, el mes de septiembre trajo consigo un panorama preocupante: La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió de que “según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea, ese mes se registró una temperatura media en superficie de 16,38 °C, 0,5°C por encima de la temperatura del septiembre más cálido, en 2020. Supone 1,75°C más en comparación con el periodo de referencia preindustrial, 1850-1900”.
Un calor en la tierra y en el mar sin precedentes en esas fechas junto a el fenómeno de El Niño, provocó un efecto devastador, especialmente en los países en desarrollo, tal y como predijo Petteri Taalas, secretario general de la OMM: “Lo que es especialmente preocupante es que el fenómeno de calentamiento de El Niño todavía se está desarrollando, por lo que podemos esperar que estas temperaturas récord continúen durante meses, con repercusiones en cascada en nuestro medio ambiente y nuestra sociedad». Hoy conocemos por las estimaciones del Programa Mundial de Alimentos (WFP) de Naciones Unidas que 1,3 millones de personas estuvieron expuestas a sequías severas en ocho países de América Latina y sufrieron graves consecuencias: las pérdidas de las cosechas aumentaron la inseguridad alimentaria, generaron dificultades económicas e incrementaron la vulnerabilidad de las comunidades dependientes de la agricultura.
El mundo rural se enfrenta a un gran reto: ¿cómo adaptarse a un clima que se transforma rápidamente al mismo tiempo que las inclemencias meteorológicas ponen en riesgo su sustento?
La Fundación Microfinanzas BBVA apoya a 3 millones de emprendedores vulnerables en cinco países de América Latina, de los cuales un 34% son rurales. La inclusión financiera, la educación y el apoyo personalizado con productos financieros y no financieros son cruciales para su progreso.
Un ejemplo es la iniciativa que ha puesto en marcha este mes de septiembre la entidad peruana de la FMBBVA, «Consejos del Inge de Confianza», para ayudar a pequeños agricultores a adaptarse a un entorno cambiante, promoviendo prácticas que benefician sus cultivos y el medioambiente.
Además la Fundación pone la innovación a disposición de los emprendedores para que puedan aprovechar las oportunidades que les brinda la tecnología. El programa Educación Verde para las comunidades indígenas colombianas, creado por Bancamía, entidad de la FMBBVA en el país, busca alfabetizar y desarrollar las habilidades digitales, financieras y productivas de las personas indígenas teniendo en cuenta procesos de responsabilidad y armonización con los ecosistemas y entornos verdes como, por ejemplo, la selva amazónica. El programa fue lanzado en el marco del Día de los pueblos indígenas junto a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), dentro de Ruta FINDEQ (Finanzas Digitales para la Equidad).
El desafío es grande, pero la colaboración entre instituciones y comunidades puede marcar la diferencia. La tecnología y la educación son herramientas poderosas que pueden empoderar a los agricultores y ayudarles a enfrentar un clima que cambia rápidamente.
En septiembre, se celebra la tradición de la vendimia que refleja que la agricultura no solo implica sembrar y cosechar; también es un acto de amor de los agricultores hacia la tierra, un legado a las futuras generaciones. El próximo 15 de octubre, se celebra el Día Mundial de las Mujeres Rurales; ellas representan el 43% de la mano de obra agrícola a pesar de que solo poseen el 15% de las tierras de todo el mundo.
Apoyarlas es una responsabilidad de todos. Para hablar sobre el rol de las mujeres rurales para lograr un desarrollo sostenible, la FMBBVA coorganiza un acto con la Oficina Permanente para Europa del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en el que intervendrán expertos del sector público y privado. Además dos mujeres rurales, de España y América Latina, contarán los retos y desafíos comunes a los que se enfrentan en su día a día y defenderán con orgullo y responsabilidad la denominación que les acuñaron desde ONU Mujeres de definirlas como “Las Guardianas de la Tierra”