entrevista

«Las finanzas digitales ya están aquí y están para quedarse»

Greta Bull, Directora General de CGAP y Directora en el Grupo del Banco Mundial

Greta Bull es directora general del Consultative Group to Assist the Poor (CGAP), un think tank independiente de Banco Mundial y especializado en inclusión financiera. Con casi 20 años de experiencia en las finanzas para el desarrollo, Greta Bull ha trabajado con bancos, instituciones microfinancieras y fintech, entre otros actores de este ámbito.

"Hay que pensar en la transformación digital como un proyecto verdaderamente transformador"

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1. Hace dos años, escribió un artículo sobre cuatro factores que están cambiando el panorama de la inclusión financiera: Tecnología y distribución, Políticas y regulación, Ecosistemas abiertos y Datos. ¿Cuál es el impacto de estos aspectos y qué debe hacer el sector microfinanciero para adaptarse a estos cambios?

Estamos viendo un cambio masivo en la forma en la que los servicios financieros se entregan a través de plataformas; se distribuyen cada vez más junto a otros servicios, a modo de “paquetes”. La cadena de valor de los servicios financieros está actualmente disgregándose en diferentes componentes. Por lo tanto, el sector de las microfinanzas tendrá que ver cómo adaptarse a esos cambios y cómo conectarse con nuevas formas de distribución de los servicios financieros. Tendrá que adaptarse a nuevas políticas y cambios regulatorios, reflexionar sobre cómo integrarse en ecosistemas abiertos y responder a la proliferación de datos en el mercado. Además, necesita poner mayor foco en el cliente y desplegar los servicios de una manera más eficiente hacia un abanico mucho más amplio de clientes. Hay muchos desafíos que se avecinan, pero la transformación que está habiendo ahora mismo en temas de prestación de servicios financieros, es enorme.

2. Echando la vista atrás, ¿en qué ámbito que hasta ahora haya pasado desapercibido deberíamos centrarnos para lograr, de manera responsable, un acceso universal a las finanzas?

Cuando empecé a trabajar en la inclusión financiera, la gente hablaba de ahorros, créditos y seguros. Nadie mencionaba los pagos. Nadie pensaba en ello como un servicio financiero. En mi opinión, los pagos han sido un punto de inflexión. Son básicamente universales; todos encuentran su utilidad, pero también son realmente importantes y originan rastros de datos que facilitan que los proveedores hagan mejor su trabajo al crear servicios que son relevantes para los pobres. Para mí, la pieza que nos faltaba hace 30 años eran los pagos. La conectividad digital implica que los pagos son mucho más manejables y rastreables que hace 30 años.

3. ¿Cómo pueden adaptarse las instituciones microfinancieras a la era digital?

Creo que lo primero que deben hacer las instituciones microfinancieras es no esconder la cabeza. Las finanzas digitales ya están aquí y están para quedarse. Los mercados son muy heterogéneos y es importante que las instituciones microfinancieras entiendan el ecosistema en el que operan y prevean los cambios que se avecinan. Una vez que las instituciones desarrollen un plan realista que hable tanto de las fortalezas como de los desafíos del sector, es necesario que lo cumplan. Uno de los mayores retos en microfinanzas es el factor humano. Es la transformación que implica lo digital, desde lo más alto hasta lo más bajo en una organización. Muchas juntas directivas no están equipadas para pasar por la transformación digital, pero lo mismo ocurre con muchos miembros del personal en instituciones de microfinanzas, que no tienen la capacitación y las habilidades necesarias para hacer esa transición. Hay que pensar en la transformación digital como un proyecto verdaderamente transformador, y no algo que quede bien para la foto, pero eso requerirá un compromiso desde la dirección más alta de la organización para que llegue al resto de empleados.

4. ¿Qué pueden hacer los reguladores y las autoridades responsables de políticas públicas para enfrentarse a los desafíos de las fintech y crear un entorno favorable alineado con los modelos de la banca tradicional?

Los reguladores deben estar abiertos a nuevos proveedores y promover la innovación. Hoy vemos una gran diferencia entre los mercados en los que se ha permitido a proveedores no tradicionales entrar y operar y aquellos en los que no. El cambio en el acceso es enorme en los lugares donde entran nuevos jugadores. Sin embargo, también deben ser cautelosos: anticipar y manejar los problemas inevitables. Para hacer esto, necesitan tener mejores datos y una actitud proactiva. Por ejemplo, el crédito digital en África se ha disparado y, con un par de excepciones, la mayoría de los reguladores no tienen ni idea de su magnitud ni de la proporción que ocupa el crédito digital en el mercado. Requieren datos para poder gestionar esto, ya que no solo se enfrentan a los riesgos regulatorios tradicionales del sector financiero, también existen otros riesgos importantes como la política de competencia: mantener un campo de juego uniforme entre proveedores tradicionales y no tradicionales.

Si bien tienen que ser proactivos cuando es necesario, para proteger tanto a los consumidores como al sector financiero, también deben asegurarse de que las decisiones se toman en beneficio de los consumidores, aunque no necesariamente favorezcan a los proveedores. Esto implica estar en conversaciones continuas con la industria y trabajar juntos para crear sistemas financieros inclusivos, abiertos y competitivos. Aunque no siempre es el caso, he visto mercados donde los reguladores y la industria no se hablan entre ellos. Pero, sobre todo, los reguladores deben innovar. Por ejemplo, los cambios en la India y la UE están, en gran medida, impulsados ​​por los reguladores en respuesta a problemas de competencia. India está creando bienes públicos que permiten al sector privado aprovecharlos. Eso está impulsando una gran cantidad de cambios no solo en los bancos sino también en las grandes fintech. Hay mucho dinamismo cuando los reguladores permiten que haya un cambio, pero deben vigilarlo y asegurarse de que funcione para todos.

5.  ¿Cuáles son las lecciones aprendidas o qué estamos aprendiendo gracias a los datos recogidos de los que tradicionalmente han estado excluidos del sistema financiero?

Antes de nada, y esto está basado en los diarios financieros de varios investigadores, hemos aprendido que los pobres tienen vidas financieras realmente complejas. Utilizan servicios financieros que satisfacen sus necesidades de manera muy valiosa. Además, ser pobre tiene que ver con la falta de previsión y la necesidad de tomar decisiones complicadas. A veces, las cosas que pueden parecer ilógicas e incoherentes para nosotros, tienen todo el sentido cuando piensas en el entorno de la persona. Además, es muy precario y costoso ser pobre. Un revés puede cambiar la trayectoria de una familia por completo. Por lo tanto, los servicios financieros, al menos como lo vemos en CGAP, deberían hacer dos cosas; una, ayudar a las personas pobres a encontrar formas de aprovechar oportunidades que se les presenten, y dos, asegurarse de que las personas estén protegidas para que no vuelvan a caer en la pobreza. Servicios como el ahorro y el seguro realmente marcan la diferencia en la vida de los pobres, sin embargo, son más difíciles de gestionar desde un punto de vista financiero. Más allá de eso, y esto es importante, las vías de impacto son muy complejas y los servicios financieros sólo juegan un papel en la mejora de la vida de las personas. Creo que ya hemos recorrido un largo camino desde cuando pensábamos que las microfinanzas iban a erradicar la pobreza. Necesitamos ser humildes y ser claros acerca de cuál es realmente nuestro impacto y dónde podemos aportar.

6. Basándose en su experiencia, ¿se podría decir que existe una relación entre la inclusión financiera y el crecimiento económico, por lo menos localmente?

Comencemos al más alto nivel. La relación entre el crecimiento económico y la profundización del sector financiero está clara y bien establecida. Si retiramos el dinero del espacio informal, es decir, si juntamos todo ese efectivo y lo colocamos en el sector formal, tendrá un uso más eficiente. El tamaño de las cuentas flotantes de dinero móvil en África muestra cuánto dinero realmente está al margen y demuestra cuánto valor tienen estos depósitos si los juntas todos. Pero es una pregunta bastante diferente si estos activos se están utilizando para empoderar a los pobres o para construir un crecimiento económico desde abajo. En muchos mercados, la mayoría de los sistemas bancarios básicamente prestan dinero al gobierno; no se dedican realmente al crecimiento del sector privado. Pero el impacto de servicios como el ahorro y el seguro está claro, ayudan a las personas a sobrellevar su situación vulnerable, lo que marca la diferencia. La evidencia empírica sobre pagos que se está empezando a recopilar también tiene buena pinta. El caso de los créditos es que presenta más matices, y no es sorprendente porque en muchos sentidos, es el más peligroso entre los servicios financieros. Puede ser perjudicial pedir demasiado crédito. Pero creo que existen evidencias sobre el impacto de los créditos, solo que varía de un hogar a otro y difiere según el contexto del mercado.

India nos dio un muy buen ejemplo de eso. Durante la crisis de Andhra Pradesh, cuando el sector microfinanciero básicamente desapareció de la noche a la mañana, se retiró una gran cantidad de dinero del sistema. No sorprende que la mano de obra informal y el consumo de los hogares disminuyeran y surgieron indicadores que mostraban que muchas personas terminaban peores que su situación anterior. De hecho, al microcrédito se le asigna un valor desde un punto de vista de su posible efecto sobre el equilibrio general, pero también lo tiene, desde una perspectiva de hogares individuales. Creo que el pasado histórico del crédito es relativamente positivo, pero las oportunidades se deben de sopesar objetivamente con los riesgos.

7. En los últimos ocho años, la inclusión financiera en el mundo ha aumentado del 50% de la población adulta al 70%; aún así, 1.700 millones de personas siguen excluidas financieramente. ¿Cuál cree que será la situación en los próximos ocho años?

Creo que continuaremos avanzando en el acceso, pero creo que también debemos reconocer que los primeros beneficios ya están agotados. Donde realmente necesitamos centrar los esfuerzos es en el acceso a los mercados poco receptivos a la innovación. También falta mucho por hacer con respecto al uso de esos servicios. No es sorprendente que su uso vaya a la zaga del acceso. Requiere un cambio de comportamiento para que las personas se acostumbren a los nuevos servicios financieros.

Además, creo que seguiremos presenciando una aceleración tecnológica en los servicios financieros, que se seguirán desagregando y reagrupando de diferentes maneras, e incluirá a los no financieros. Como vemos en el comercio electrónico y en las grandes empresas tecnológicas, los servicios financieros se están integrando dentro de las cosas que la gente demanda y eso crea desafíos para los proveedores establecidos. Creo que la industria bancaria y la industria de las microfinanzas se verán presionadas y la forma en que se adapten y hagan frente a esos cambios será muy reveladora para su futuro. Creo que las tecnologías avanzadas serán importantes, pero también el avanzar en la relación con el cliente (high tech combinado con high touch). Un operador de un banco digital en Sudáfrica me dijo recientemente que el 85% de sus transacciones todavía se realizan por interacciones humanas en sus quioscos locales. Los clientes todavía prefieren ese toque humano en lugar de operar a través de teléfonos móviles. Quizás sean buenas noticias para la industria de las microfinanzas.

Creo que habrá desafíos en torno a las finanzas responsables porque los lugares donde se gana dinero presentan los mayores riesgos para los consumidores. El crédito digital es un testimonio de eso, y los reguladores tienen que mantenerse al tanto. Finalmente, creo que necesitamos construir sobre lo que hemos logrado expandiendo el acceso y profundizando el uso. Pero también debemos pensar detenidamente sobre el propósito de los servicios financieros, cuál es su impacto, y realmente entender cómo los servicios financieros pueden brindar a las personas pobres acceso a servicios esenciales, acceso a medios de vida y herramientas para gestionar los riesgos en sus vidas. Todavía nos queda mucho trabajo por hacer.