editorial

¿Por qué deberías dejar de preocuparte por la ciberseguridad?

Adrien Ogee, Technology and Innovation Lead, Centre for Cybersecurity, World Economic Forum

Por primera vez, el año pasado, el Foro Económico Mundial incluyó los ciberataques entre los cinco mayores riesgos a escala mundial. En la última década, expertos y periodistas se han centrado en los costes, las amenazas, los peligros… ¿pero qué hemos conseguido con esto, más allá de alimentar la desconfianza hacia lo digital?

"Cuando empieza a importarnos nuestra privacidad, al igual que nuestros derechos digitales o nuestros procesos electorales, obligamos a todo el ecosistema digital a preocuparse"

La creciente influencia de la tecnología en nuestro día a día ha hecho que a muchos les dé miedo y les paralice; o lo que es peor, que se sientan indiferentes o ajenos a ella.

¿Cómo pueden protegerse los usuarios ante la evidencia de que los hackers son capaces de acceder a cualquier ordenador? ¿Cómo proteger nuestra privacidad cuando parece que incluso algunos gobiernos han querido acceder a nuestros teléfonos? Se suele decir que la ciberseguridad es responsabilidad de todos, y sin embargo se ha ignorado a los usuarios finales, los que realmente pueden marcar la diferencia, dejándolos indefensos.

Qué fácil sería creerse afirmaciones como: “En 2021, la inteligencia artificial y los chatbots de ingeniería social ayudarán a los estafadores a ser más convincentes, a escala”. “Las campañas de desinformación, los ‘deep fakes’ [la manipulación con tecnología en vídeos, por ejemplo] y la publicidad política dirigida poco a poco irán minando nuestra libertad de elección”. Y mientras tanto, seguiremos adoptando las nuevas tecnologías con poca o ninguna seguridad, poniéndonos a tiro de los ciberdelincuentes de bajo nivel.

Esto se ha convertido en un círculo vicioso: parálisis e indiferencia solo llevan a titulares exagerados como los mencionados arriba, y viceversa. Hay que romper este círculo. En esta nueva década, tenemos que alejarnos de este discurso.

La razón por la que deberías dejar de preocuparte por la ciberseguridad no es la falta de riesgos, sino porque la preocupación sólo te llevará a tomar las decisiones equivocadas. No, no deberías preocuparte, debería importarte: desarrollar una cibermentalidad es una oportunidad única para aprovechar lo mejor de las próximas décadas.

Las ventajas de una cibermentalidad

Una cibermentalidad es sencillamente una percepción del ciberespacio arraigada a la realidad. Hay gente que se preocupa demasiado con lo que puede pasar en Internet, y otros que no se preocupan lo suficiente. Esto se debe en parte a una mala interpretación del ciberespacio. Aunque muchos piensan que la ciberseguridad es para ‘cerebritos’ o genios informáticos, no es así. Por supuesto, tiene sus complejidades, pero no más que en otros ámbitos, y ninguna tan fuera de alcance como para que sirva de impedimento para aprovechar todo el potencial de las nuevas tecnologías.

Aprender sobre ciberseguridad personal -cómo protegerse online- es factible. BBVA ha publicado recientemente una serie de ciberconsejos para sumergirse en el proceso de aprendizaje. Y existen decenas de cursos online muy buenos en inglés, francés y español. Hay también páginas web, libros, series de televisión y podcast que pueden ayudarte a desarrollar esa cibermentalidad en pocas horas. No solo es accesible, también puede ser divertido.

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Adrien Ogee, Technology and Innovation Lead, Centre for Cybersecurity, World Economic Forum

  1. Desarrollar una cibermentalidad ayuda a enfocar nuestros esfuerzos en la creación de valor. Permite definir nuestro perfil de riesgo, aprender a pensar en términos de probabilidades y descartar situaciones improbables. Permite también darse cuenta de que si no puedes acceder a tu red social predilecta seguramente sea por un error o un fallo más que por un delincuente intentando robar tu identidad. Por supuesto que esas cosas suceden, pero es mejor concentrarse en el cómo y el porqué, y preocuparse solo cuando sea necesario. De esta forma, puedes invertir la mayor parte de tu esfuerzo en crear nuevas fuentes de valor, en vez de proteger las que ya existen.
  2. Desarrollar una cibermentalidad ayuda a generar confianza en la gestión de tu actividad online. Te permite detectar páginas web falsas que buscan robarte los datos bancarios, no tomarse en serio una solicitud falsa en redes sociales, contrastar un bulo político o identificar a un estafador a kilómetros. Más de la mitad del tráfico por correo electrónico es “phishing” (suplantación de identidad), y su objetivo es engañar a los destinatarios para que tomen una mala decisión. A menudo muchos se preocupan pensando en que han recibido un virus por email, y que su ordenador está infectado, o que alguien la ha tomado con ellos. Se necesita esa cibermentalidad para saber cuándo se dan estos casos.
  3. Desarrollar una cibermentalidad ayuda a aprovechar los beneficios de las nuevas tecnologías, y ser conscientes de sus desventajas. Por ejemplo, te permite entender los modelos de negocio de empresas de uso intensivo de datos, o el coste real de los asistentes de voz basados en la inteligencia artificial. Tendrás el control sobre quién eres, lo que te pertenece y lo que otros ven, leen y oyen sobre ti. Incluso el silencio es una forma de comunicación, especialmente en la era del branding personal, en la que no tener una presencia online es una declaración en sí misma.
  4. Desarrollar una cibermentalidad ayuda a formar parte activa de la nueva economía, y concienciar a todas las personas de nuestro entorno -de cualquier edad-, para ayudarles a sortear las trampas que existen, desde ciberacoso a predadores online, drogas, timos o peor. Pueden ser nuestros padres, nuestros hijos o nuestros amigos: una cibermentalidad se traduce en una ayuda para que vivan más seguros, ahorren tiempo, creen valor, conecten con otras personas y desconecten cuando sea necesario.

Cuando la ciberseguridad te importa, todos ganamos

Cuando adquirimos esa cibermentalidad, no solo ayudamos a los que nos rodean, sino al mundo entero. Cuando nos paramos a pensar en qué información estamos dando en Internet, cuando empezamos a formularnos preguntas, a expresar nuestras necesidades y preocupaciones, forzamos a los gobiernos, desarrolladores tecnológicos y proveedores de servicios online a responder con mejores soluciones. Cuando empieza a importarnos nuestra privacidad, al igual que nuestros derechos digitales o nuestros procesos electorales, obligamos a todo el ecosistema digital a preocuparse.

Y esto ayuda a todos los que por ahora no pueden pensar en esto.

Más de la mitad de la población mundial no tiene acceso a ningún tipo de protección social: desarrollar una cibermentalidad no es una prioridad para miles de millones de personas. Aunque su realidad ya sea digital. Su única identidad puede que sea digital. Tienen smartphones, cuentas en redes sociales y monederos digitales.

Que los países emergentes estén intentando atajar para integrarse en la nueva economía (en inglés, se ha acuñado la expresión “digital leapfrogging”) conlleva ciertos riesgos. Cuando uno no tiene una cuenta corriente, cuando todo lo que te protege de la quiebra es una contraseña poco segura, cuando no tienes a nadie a quien recurrir en caso de robo de identidad, las amenazas digitales pueden tener consecuencias físicas -consecuencias que ponen tu vida en riesgo.

Todos podemos asumir un papel en este asunto, informándonos y preocupándonos por la ciberseguridad, porque, como se dice en inglés: “una marea alta levanta todos los barcos” (“a rising tide lifts all boats”). La Fundación Microfinanzas BBVA, al igual que otras organizaciones sin ánimo de lucro en todo el mundo, trabaja para empoderar a las personas vulnerables que están más expuestas a las situaciones descritas.

Una cibermentalidad es más que un diferenciador competitivo para ti, tu familia y tu empresa. Es un prerrequisito para la paz, el progreso y la prosperidad en la era digital. Cuando en vez de preocuparte, te interesas por la ciberseguridad, todos ganamos.