Las claves para emprender en la tercera edad

Antiguamente se pensaba que la vida útil laboral se terminaba al momento de jubilar; sin embargo esto ha cambiado debido a que en la actualidad existe una mayor esperanza de vida y la energía con la que se llega a la tercera edad va permitiendo a las personas no sólo mantenerse activas sino que muchas veces este es el momento oportuno para emprender un negocio.

De hecho, esta etapa de la vida es ideal para reflexionar sobre los anhelos y sueños que se pueden cumplir a través de la concreción de algún proyecto o idea que siempre se quiso realizar, pero que por cumplir otras obligaciones jamás se pudo.

Cómo focalizarse en esta etapa

Para lograr un análisis que permita abordar una idea de negocio, las personas deben recurrir en primer término a los conocimientos que aprendieron en la vida laboral anterior y evaluar si estos sirven para lo que se quiere desarrollar. Analizar cuáles son los ámbitos de relaciones que desarrolló durante su vida, para definir el mercado objetivo al cual se quiere llegar con el producto o servicio que planea desarrollar. Evaluar el entorno donde se quiere desarrollar el emprendimiento y analizar si hay oportunidades, teniendo en cuenta de qué modo aplica en la idea de negocio la experiencia adquirida y las oportunidades que se presentan.

Pablo Coloma, gerente general de Emprende, entidad del grupo de la Fundación Microfinanzas BBVA, especialista en Finanzas Productivas, señala que otorgan créditos «a muchas personas que emprenden un negocio cuando ya son adultos mayores. Sea porque jubilaron o porque por su edad no pudieron encontrar un trabajo asalariado». «Nos encontramos con muchas personas que con energía, buenas ideas y aprovechando oportunidades de mercado desarrollan una actividad que les permite ganarse la vida y proteger a su grupo familiar de la pobreza”, añade.

La clave de estos negocios parece ser desarrollarlos en tamaños que puedan ser adecuadamente administrados. “Lo ideal es que los emprendedores comiencen sus servicios de modo pausado, primero con una pequeña actividad que puedan controlar y comercializar adecuadamente y que vayan creciendo de a poco”, señala Coloma.

“Por eso, en general las instituciones de microfinanzas productivas partimos con créditos pequeños, desde los $100 mil, y en la medida que los negocios van progresando el financiamiento va creciendo. Esa es la manera adecuada de proteger el emprendimiento. Hoy el 8,5% de nuestros clientes son adultos mayores”.