entrevista
Luiza Carvalho, Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe
Luiza Carvalho (Brasil) se incorporó a ONU Mujeres como Directora Regional para las Américas y el Caribe en noviembre de 2014. La promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres han sido una orientación constante a lo largo de su extensa carrera en Naciones Unidas.
Luiza Carvalho (Brasil) se incorporó a ONU Mujeres como Directora Regional para las Américas y el Caribe en noviembre de 2014. La promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres han sido una orientación constante a lo largo de su extensa carrera en Naciones Unidas, en el sector público y en la academia. Durante su mandato como Directora Regional, ha liderado los esfuerzos para posicionar temas críticos para América Latina y el Caribe en foros normativos globales, incluidos el feminicidio, el género y la macroeconomía, el emprendimiento femenino, el matrimonio infantil y la economía del cuidado, entre otros.
También ha encabezado el fortalecimiento de la coordinación regional entre los Estados miembros, la sociedad civil y los socios de las Naciones Unidas ante los principales procesos intergubernamentales, incluida la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés). En un contexto desafiante de donantes, superó los objetivos de movilización de recursos para la región y estableció y fortaleció alianzas estratégicas con una amplia gama de actores, incluidos gobiernos, donantes tradicionales, el sector privado, los medios y la diversidad de organizaciones y redes de mujeres.
Antes de unirse a ONU Mujeres, fue Coordinadora Residente de Naciones Unidas en Filipinas (2012-2014), cargo desde el que dirigió la respuesta humanitaria ante el tifón Haiyan, el más destructivo registrado a nivel global, que afectó a más de 14 millones de personas y provocó más de 6 mil muertes. Coordinó los esfuerzos de respuesta inmediata y recuperación teniendo en consideración permanente los derechos humanos, la protección y las necesidades diferenciadas de las mujeres y niñas afectadas por la catástrofe. También durante su gestión en Filipinas, el gobierno de ese país firmó el Acuerdo de Paz con el Frente Moro de Liberación Islámica tras años de intensas negociaciones, proceso en el que promovió que Naciones Unidas se involucrara gradualmente.
Entre 2008 y 2012, fue Coordinadora Residente de Naciones Unidas en Costa Rica, donde trabajó junto al gobierno en la formulación de la política nacional de seguridad ciudadana, asegurando que ésta incorporase una fuerte perspectiva de género para garantizar los derechos de mujeres y niñas, y en particular el derecho a una vida libre de violencia. Lideró, además, la puesta en marcha de programas conjuntos del Sistema de Naciones Unidas para acelerar la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en Costa Rica antes de la meta de 2015 y apoyar los esfuerzos del país para eliminar la emisión de HCFCs para 2030. Por otra parte, coordinó el apoyo al gobierno costarricense en la formulación de un Plan Nacional de Desarrollo con una destacada perspectiva de sostenibilidad ambiental y género.
Con anterioridad, fue Representante Residente Adjunta del PNUD en Venezuela (2005-2008) y Coordinadora de la Unidad de Políticas Sectoriales (2002-2005) y Oficial de Programas (1999-2001) del PNUD en Brasil.
Antes de su incorporación a Naciones Unidas, trabajó en el Gobierno del Distrito Federal de Brasil durante más de 15 años, en la promoción del desarrollo social en las áreas suburbanas de la capital brasileña realizando trabajo de campo, y posteriormente como Supervisora de Programa y Asesora del Departamento de Planificación de la Gobernación del Distrito Federal.
Además, acumula experiencia como docente e investigadora en la Universidad Estatal del Norte Fluminense (1996-1999) y en la Universidad de Brasilia (2000-2003).
Luiza Carvalho posee la nacionalidad brasileña e italiana, así como un PhD en Sociología por la Universidad de Essex (Reino Unido) y una maestría en Planificación y Desarrollo Social de la London School of Economics and Political Science (Reino Unido). Es licenciada en Administración de Políticas Públicas para la Generación de Empleo por la Universidad de Campinas (Brasil) y en Planificación y Administración por la Universidad de Brasilia(Brasil).
Es autora de diversas publicaciones en las áreas de género, familias con jefatura femenina y planeación social y políticas públicas.
1. En noviembre de 2014 fue nombrada Directora Regional de ONU Mujeres para América Latina, una organización que lidera el trabajo de las Naciones Unidas a favor de la igualdad de género y los derechos de las mujeres. En su dilatada carrera ha estado siempre presente trabajar en favor de las niñas y mujeres, ¿cuáles son los retos más importantes a los que se ha enfrentado en el ejercicio de su cargo?
A lo largo de estos casi cuatro años hemos visto en América Latina y el Caribe avances considerables que, conforme se van logrando, van dando pie a nuevos retos. Hemos logrado importantes avances legislativos, impulsando leyes que hoy tipifican el feminicidio en 18 países, y que prohíben el matrimonio infantil en prácticamente toda la región, salvo en un país de la región aún pendiente por eliminarlo, o que penalizan el acoso callejero. Sin embargo, en la región siguen existiendo leyes que no garantizan elementos fundamentales como el acceso a tierra o a derechos sexuales y reproductivos a las mujeres de la región. Un buen ejemplo de los cambios para las mujeres en la región es en el escenario político. En 2014 llegamos a tener simultáneamente cuatro mujeres en la Presidencia de sus países. Hoy, no hay una sola mujer presidenta en América Latina.
La buena noticia es que en el Caribe las mujeres han mostrado su liderazgo, con Paula-Mae Weekes como presidenta de Trinidad y Tobago, Dame Sandra Mason como gobernadora general de Barbados, Cécile Le Grande como gobernadora general de Granada, y Sharlene Cartwright-Robinson como premier de las Islas Turcas y Caicos. Al mismo tiempo, hemos visto cada vez más mujeres en los congresos y en los gobiernos locales. A esto se suman voces que se resisten al avance de los derechos de las mujeres, que se oponen a los derechos sexuales y reproductivos, a cerrar la brecha salarial, a garantizar el acceso a tierra para mujeres rurales. Esto nos muestra una realidad con mucho trabajo por hacer en la región.
2. Entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, se incluye uno concreto para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, el 5. ¿Qué países de la región pueden tomarse como modelo a seguir en la consecución del objetivo de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres? ¿Qué medidas han tenido mayor impacto?
La región es muy diversa, pero en todos los países hay elementos que han permitido el avance en la agenda de la igualdad de género. Lo primero es hacer un reconocimiento a los movimientos feministas y de mujeres de la sociedad civil en general. Hemos visto una movilización masiva de mujeres de todas las edades y diversidades que defienden sus derechos, que exigen seguridad, justicia, educación, salud. Las marchas del 8 de marzo han sido históricas en ciudades como Buenos Aires, Montevideo, Bogotá, Sao Paulo, Río de Janeiro, Ciudad de México y Lima. En Colombia se desarrollaron los primeros acuerdos postconflicto con un enfoque de género.
También hay que reconocer los liderazgos de las mujeres en puestos de toma de decisiones que han llevado al escenario nacional e internacional el empoderamiento de las mujeres. Por ejemplo, en Panamá, la vicepresidenta se ha convertido en la Champion a nivel regional de la Coalición Internacional por la Igualdad Salarial (EPIC, por sus siglas en inglés), lo cual ha detonado un movimiento para colocar este tema en la agenda. Este año, Argentina será sede del G20 liderando también de W20, una plataforma para llevar la agenda de la igualdad de género a los países del G20. Contamos ya con 18 países que han tipificado el feminicidio y gobiernos locales en ciudades como Quito, Ciudad de México o Guadalajara, y próximamente El Alto, en La Paz, impulsan políticas públicas integrales para garantizar la seguridad de las mujeres en el contexto urbano con el apoyo de nuestro programa Ciudades Seguras.
19 países de la región cuentan ya con encuestas de uso del tiempo que permiten medir la carga de trabajo, tanto remunerado como no remunerado, de hombres y mujeres y mostrar su desigual reparto. Para dar respuesta, países como Uruguay, Costa Rica y Cuba impulsan Sistemas Nacionales de Cuidados. Brasil se ha puesto a la vanguardia con la interseccionalidad, reconociendo que distintas mujeres requieren distintas medidas y poniendo especial atención a la situación que viven las mujeres afrodescendientes, indígenas y rurales. Esto permite hacer realidad el lema de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás, algo que está en el corazón de ONU Mujeres. Con los huracanes en el Caribe, y los terremotos en México y Ecuador, hemos visto una importante transformación en la manera en la que se asiste a una población tras un desastre natural, pues incorporamos una perspectiva de género con todos los actores para la prevención, reacción y reconstrucción después de un desastre, lo que ha dejado muchos aprendizajes a nivel internacional. Así podría continuar mencionando ejemplos de cada país, porque vivimos en un continente muy rico y diverso, con mujeres muy fuertes, pero la extensión no me lo permite.
3. Los hombres y los niños son agentes fundamentales de cambio para lograr la igualdad de género y reivindicar los derechos de las mujeres. Así lo defiende la campaña solidaria HeForShe, creada en septiembre de 2014 por ONU Mujeres. ¿Qué avances se han logrado con esta iniciativa?
HeForShe es una campaña emblemática de ONU Mujeres que ha logrado ya sumar más de 1 millón 300 mil adhesiones a nivel individual en el mundo. Y además nos da mucho gusto que Brasil y México se encuentran entre los países con más adhesiones a nivel internacional. La solidaridad masculina es fundamental para lograr la igualdad de género. La campaña ha generado compromisos de presidentes, ministros, empresarios, autoridades académicas, deportistas y celebridades. Más allá de los compromisos que cada uno de estos actores ha asumido, HeForShe está permitiendo un cambio que por intangible no es menos relevante. Es el cambio paradigmático de sociedades patriarcales a sociedades igualitarias, pues una parte importantísima de esta transición ocurre a nivel cultural. Se refleja desde como los hombres ejercen la paternidad y se responsabilizan de las tareas del hogar hasta en cómo realizan las descripciones de los empleos utilizando un lenguaje no sexista, para no dar lugar a la segregación. Sembrar la semilla de la igualdad requiere de comportamientos transformadores como los que se muestran con las campañas como HeForShe.
Además, los medios, con su alcance e influencia, son aliados indispensables en esta tarea. Deben dar el ejemplo desde casa, promoviendo prácticas laborales justas e igualitarias entre hombres y mujeres, principalmente garantizándoles a las mujeres su derecho a liderar la toma de decisiones. Y también promoviendo, a través de su programación, una visión de mundo posible, donde la desigualdad de género sea cosa del pasado y donde las mujeres sean protagonistas, dueñas de su destino y lideren el desarrollo de sus comunidades, de sus países y de un planeta más justo.
4. ¿Qué cree que queda por hacer en este ámbito?
Quedan muchas cosas por hacer para lograr que se extienda totalmente la solidaridad. Nos sucede con frecuencia que en los foros o talleres sobre igualdad de género o empoderamiento de las mujeres vemos principalmente a mujeres nada más, y esto no puede continuar así. De la misma manera como ya no podemos seguir viendo paneles donde todos los ponentes sean únicamente hombres. Y esto también sigue sucediendo, sobre todo en espacios de poder, de ciencias, tecnología y deportes. Cuando veamos una paridad 50 / 50 en todos los espacios, habremos avanzado lo suficiente.
5. El empoderamiento económico de las mujeres es una de las áreas de actividad de ONU Mujeres. ¿Qué programas destacaría de los que se han desarrollado, están en marcha o previstos sobre este tema en América Latina?
Desde ONU Mujeres contamos con distintas plataformas para involucrar tanto al sector público como al sector privado en el reto del empoderamiento económico de las mujeres. En un contexto en el que a nivel regional existe un 15% de brecha salarial entre las mujeres latinoamericanas y sus pares masculinos, la Iniciativa Internacional por la Igualdad de Remuneración (EPIC por sus siglas en inglés) es una iniciativa que lanzamos junto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a nivel de la región a principios de este año, invitando a gobiernos, organizaciones sindicales y empresariales, empresas y a la academia a sumarse para poder abordar en toda su complejidad el tema de la igualdad salarial.
Con el sector privado también hemos logrado avances muy importantes con las adhesiones a los Principios de Empoderamiento de las Mujeres (WEP, por sus siglas en inglés), que consiste en siete principios que fungen como guía para avanzar hacia el empoderamiento de las mujeres en el lugar de trabajo, pero también en la cadena de valor (influyendo en clientes y proveedores) y en la comunidad. Hoy en día contamos con más de 1.800 empresas adheridas a los WEP (entre ellas el BBVA), siendo Brasil el país que lidera el ranking a nivel global. La promoción de la Igualdad de Género desde las empresas no es sólo lo correcto, sino lo inteligente, ya que está demostrado que las empresas que lo hacen ganan credibilidad social, retienen talento, reducen rotación y generan otros beneficios que mejoran su productividad.
6. Uno de los obstáculos al empoderamiento económico de la mujer son las leyes discriminatorias de género. ¿Piensa que es necesario modificar el marco normativo para favorecer el empoderamiento económico de la mujer?
Cuando hablamos de una legislación discriminatoria nos referimos a aquellas leyes o normativas que le impiden a un grupo de personas tener un ejercicio pleno de sus derechos. Anteriormente podíamos ver casos como no poder votar, estudiar o trabajar. Si bien en la región mucha de esta legislación ha quedado eliminada, seguimos teniendo algunas normativas discriminatorias, especialmente en el ámbito laboral, económico y familiar. Por ejemplo, en varios países de la región todavía existe legislación vigente que prohíbe la contratación de mujeres en determinados puestos (por ejemplo, en trabajos nocturnos o en aquellos que impliquen la manipulación de ciertas sustancias). La intención del legislador puede ser de “protección”, pero en la actualidad debemos procurar normativa que proteja la seguridad de trabajadores y trabajadoras, pero no impida a las mujeres optar, si lo desean, por determinadas profesiones o puestos de trabajo.
Por otro lado, la legislación en nuestra región todavía tiene una deuda importante con las mujeres rurales, indígenas, afrodescendientes o GLBTI. Estas mujeres sufren una doble discriminación que viven en ella. Especialmente con las mujeres indígenas y rurales que los marcos normativos deben contribuir a erradicar.
7. El informe “El progreso de las mujeres en el mundo 2015-2016” de ONU Mujeres, afirma que en América Latina “hay más mujeres que hombres viviendo por debajo de la línea de la pobreza y la proporción ha aumentado desde 1997″. ¿Cuáles considera que son las causas que motivan esa desigualdad? ¿Cómo podría reducirse esta proporción y contribuir así a la reducción de la pobreza en la región?
Por un lado, si bien las brechas entre mujeres y hombres en el acceso a ingresos propios han disminuido a lo largo de la última década, las diferencias siguen siendo considerables. En la actualidad la cantidad de mujeres de la región que no cuentan con ingresos propios es el doble que la de los hombres. Asimismo, se debe tener en cuenta que el acceso a ingresos propios por parte de las mujeres no dice mucho acerca de su capacidad para acceder a un estándar de vida adecuado. De hecho, el alto porcentaje de mujeres que, a pesar de contar con ingresos propios, se encuentra en situación de pobreza es del 24%, una proporción mucho más elevada que la de los hombres que es del 10%. Esto refleja patrones desiguales de inserción laboral y de acceso a la protección social, que están estrechamente relacionados con otro tipo de pobreza, la “pobreza de tiempo”.
En la región, las encuestas de uso del tiempo han permitido constatar la forma desigual en que se distribuyen las cargas de trabajo remunerado y no remunerado entre mujeres y hombres. Las mujeres en conjunto trabajan más horas que los hombres, pero una proporción muy inferior de este tiempo es no remunerado. Esto se agrava en determinados momentos del ciclo de vida (cuando se tienen hijos e hijas o familiares a cargo) y en función de la clase social, ya que las familias con menos recursos económicos no pueden permitirse contratar una parte de los servicios de cuidado en el mercado. La pobreza de tiempo de las mujeres puede hacer fracasar muchas veces las políticas de empleo o de formación, ya que sin posibilidades de conciliar, hay mujeres que no tienen opción para acceder a las mismas
8. La desigualdad de género está también presente en el acceso al sistema financiero, ya que, como señala el Banco Mundial, de acuerdo a los datos más recientes sólo el 58% de las mujeres en el mundo tiene una cuenta corriente, frente a un 65% de hombres”. ¿Qué recomendaciones daría para equilibrar esta proporción y aumentar el acceso de la mujer al sistema financiero?
Este ha sido uno de los elementos principales señalados por el Panel de Alto Nivel del Secretario General sobre Empoderamiento Económico de la Mujer. Los datos cualitativos muestran también cómo las instituciones proveedoras de servicios financieros desconocen las necesidades específicas de las mujeres. En consecuencia, los productos que diseñan a menudo tienen poca relevancia para las mujeres. Las instituciones financieras deberían desarrollar una mejor comprensión de las vidas financieras de las mujeres y diseñar productos acordes con estas necesidades. Los proveedores de servicios financieros pueden y deben también cooperar con las regulaciones de protección del consumidor para asegurar un trato justo para las mujeres. Desde ONU Mujeres, con el apoyo de la Unión Europea y del Gobierno de Italia, estamos iniciamos este año dos programas que esperamos contribuyan a generar un modelo para atraer la inversión del sector privado en temas de igualdad de género y otro para mejorar el acceso de mujeres emprendedoras, especialmente de las áreas rurales a formación y servicios (incluyendo servicios financieros).
9. El 60% de los emprendedores vulnerables a los que la Fundación Microfinanzas BBVA apoya con finanzas productivas son mujeres. ¿Cómo valora la aportación de las microfinanzas como herramienta para empoderar a la mujer y contribuir a su desarrollo socioeconómico?
El acceso a crédito, junto a otros recursos productivos es clave para el empoderamiento de las mujeres. Sin embargo, para que las microfinanzas sean una herramienta efectiva para el desarrollo socioeconómico de las mujeres deben desarrollarse en el marco de un enfoque integral dirigido a ampliar las oportunidades y los derechos. Son esfuerzos que deben complementar y no sustituir los esfuerzos dirigidos a la transformación de las estructuras productivas y la ampliación del alcance de los mecanismos de financiación institucional. Es preciso contar con un conjunto de instituciones financieras inclusivas, como las cooperativas de crédito y los bancos comunitarios y de desarrollo local, para garantizar que el crédito sea accesible para las mujeres pobres y para las microempresas de las que estas dependen. Pero también que el sistema financiero en su conjunto se permee de esta visión.
Una buena parte de las PYMES son emprendidas por mujeres y estas requieren de productos financieros adecuados a su realidad. También hemos visto en la práctica que las mujeres son sujetos de crédito confiables, que estadísticamente pagan a tiempo y realizan un ejercicio más responsable de los recursos. Y esto activa la economía de manera saludable, y empuja al desarrollo social. Por eso es muy importante que el sector financiero vea a las mujeres como aliadas clave para el desarrollo económico y social. Un tema fundamental son las alianzas público-privadas. El gobierno de Chile, por ejemplo, ha hecho un gran esfuerzo para habilitar a productoras en un gran catastro agroindustrial.
10. En los últimos años existe un convencimiento de que el sector privado puede contribuir al empoderamiento de la mujer y a una mayor igualdad de género. ¿Cómo valora los avances del sector privado en América Latina en este área?
El sector privado no sólo puede contribuir al empoderamiento de las mujeres y a la igualdad de género, sino que son un actor fundamental para lograrlo. Especialmente en América Latina y el Caribe, el sector privado es la principal fuente de empleo, y está buscando reclutar a personas cada vez mejor preparadas. Paralelamente, la tendencia de la región es que las mujeres egresadas de las universidades sean mayoría en comparación con los hombres. Sin embargo, los datos muestran que todavía no están llegando a los puestos más altos en la toma de decisiones. Ahí tenemos un gran reto, pero estoy convencida de que es cuestión de tiempo, pues las empresas ya están notando los beneficios de captar a estas mujeres tan capacitadas, y al mismo tiempo de apelar mejor al mercado femenino, cuya capacidad adquisitiva también está creciendo. Es una relación de ganar-ganar.
11. ¿Cuál considera que ha sido su mayor logro a nivel profesional y/o personal?
Haber tenido la oportunidad de trabajar en momentos decisivos en las tres áreas de la ONU: paz, desarrollo y respuesta humanitaria. Es sólo con esta perspectiva que se construye el desarrollo sostenible y la paz duradera.
12. Si pudiera enviar un mensaje a las millones de mujeres que emprenden en América Latina ¿qué les diría?
Que deberíamos saber a dónde queremos llegar para alcanzar metas claves, que hay que trabajar por medio de soluciones colectivas para tener un alcance más grande con nuestros logros y respuestas hasta llegar a las superar los impedimentos y barreras que existen hoy. Debemos tener clara la visión entre nosotras y abrir los canales de diálogo y cambios para transformar nuestras realidades.
13. Un sueño para 2030…
La eliminación de la desigualdad. Nuestra región de América Latina y el Caribe no es pobre, es desigual; si respondemos a esto, eliminamos dos problemas, la pobreza y la desigualdad, de manera sostenida.