editorial

«Resiliencia, clave para el el futuro de los emprendedores y de las pequeñas empresas». Antoni Ballabriga, Director global de Inteligencia en Sostenibilidad de BBVA

Todas las empresas sufren a lo largo de su vida sus crisis y sus momentos de dificultad. Momentos en los que se enfrentan a retos que pueden afectar a su supervivencia. Si ponemos el foco en las pymes, su futuro reside en gran medida no solo en su competitividad actual sino también en su resiliencia, en su capacidad de sobreponerse ante la adversidad. Y esta necesidad de resiliencia es especialmente relevante en las economías en desarrollo, donde a menudo faltan mecanismos de apoyo suficientes por parte de los gobiernos e instituciones. 

"Desde el sector financiero, nuestro papel es abrir puertas a las pequeñas empresas: incentivar su entrada en la economía formal y acompañarlas con soluciones adaptadas a su realidad y sus necesidades"

Estos micronegocios y pequeñas empresas representan el corazón económico de muchas comunidades y se enfrentan no solo a los  desafíos habituales de sostenibilidad económica de cualquier negocio de estas características, sino también al impacto creciente de riesgos de la envergadura del cambio climático, cada día más presente. Hoy, más que nunca, las entidades financieras tenemos la responsabilidad —y la oportunidad— de convertirnos en socios estratégicos para fortalecer su capacidad de adaptación y promover un crecimiento inclusivo y sostenible, al tiempo que aseguramos su viabilidad a largo plazo.

Resiliencia económica: más allá de los números

La primera línea de defensa de cualquier negocio ante una crisis es su salud financiera. Pero, ¿cómo logramos que una pequeña empresa o un emprendedor puedan resistir el impacto de un shock financiero? La respuesta comienza por algo tan fundamental como promover su formalización. Muchas pequeñas empresas operan en la informalidad, lo que las hace más vulnerables y limita su acceso a herramientas financieras esenciales como créditos, seguros o incluso cuentas de ahorro. Desde el sector financiero, nuestro papel es abrirles puertas: incentivar su entrada en la economía formal y acompañarlas con soluciones adaptadas a su realidad y sus necesidades.

Pero la formalización es solo el comienzo. También es fundamental impulsar programas de educación financiera que les permitan gestionar mejor sus flujos de efectivo, planificar sus inversiones y manejar deudas con responsabilidad. Esto, sumado a soluciones de financiación, microseguros y cuentas de ahorro, construye un propuesta integral de acompañamiento que refuerza su estabilidad y su capacidad de respuesta ante eventos inesperados. Esta es la apuesta de la Fundación Microfinanzas BBVA y también la apuesta de BBVA en todos los mercados donde estamos presentes.

Resiliencia climática: el desafío del siglo

Antoni Ballabriga, Director global de Inteligencia en Sostenibilidad de BBVA

Según el World Economic Forum más de la mitad del PIB mundial depende significativamente del capital natural,  que incluye recursos naturales esenciales como los bosques, el agua y el suelo, que están en declive significativo debido al cambio climático. A esto se suma la creciente frecuencia y severidad de eventos climáticos extremos, como sequías, inundaciones, olas de calor, incendios y ciclones. En 2023 los costes económicos asociados a estos desastres en el mundo ascendieron a más de 290.000 millones de dólares. En el caso de América Latina y el Caribe, según Swiss Re, solo el 32% de estos costos estuvo cubierto por seguros, dejando a las comunidades y economías aún más expuestas.

Estos riesgos derivados del calentamiento del planeta tienen además un impacto todavía más profundo precisamente en esas economías emergentes de América Latina. La falta de infraestructura, combinada con una mayor exposición a riesgos climáticos y económicos, crea un panorama especialmente difícil para las pequeñas empresas. Este impacto es particularmente evidente en sectores clave donde desempeñan un papel fundamental, como el sector primario, turístico o  manufacturero. Estas actividades, vitales para muchas economías locales, enfrentan desafíos que comprometen no solo su sostenibilidad, sino también el bienestar indirecto de las comunidades que dependen de ellas.

Ante esta realidad, las entidades financieras tenemos el reto —y el deber— de actuar. ¿Cómo lo hacemos? Primero, a través de la sensibilización y la formación. Muchos emprendedores desconocen cómo el cambio climático afecta directamente a sus negocios o qué medidas pueden tomar para adaptarse. Nuestra tarea es ofrecerles formación y las herramientas necesarias para gestionar estos riesgos, ayudando no solo a sus empresas, sino también a las comunidades de las que forman parte.

Además, cada vez existen más entidades financieras que proponen soluciones de crédito con mejoras en precios vinculadas a la promoción de prácticas sostenibles y resilientes. Un buen ejemplo de ello es el préstamo Crediverde Adaptación del  Banco Adopem, entidad de la FMBBVA en República Dominicana. Este tipo de medidas demuestra cómo la financiación puede ser una herramienta poderosa para promover la sostenibilidad y la resiliencia. En este sentido, desde BBVA también se está financiando a pequeñas y medianas empresas para que desarrollen actividades de agricultura regenerativa o gestión eficiente del agua. No menos importante, los seguros climáticos —como los paramétricos— están cobrando protagonismo, ofreciendo una protección inmediata frente a eventos específicos. Estos productos no solo minimizan las pérdidas, sino que dan tranquilidad y estabilidad a los emprendedores que dependen de un clima predecible para operar.

Concluyendo: La resiliencia no es un destino, es un camino que se construye a lo largo de la vida de las empresas. Y en ese viaje, las entidades financieras tenemos la responsabilidad de ser compañeros fiables, innovadores y comprometidos. Sigamos trabajando para que las pequeñas empresas continúen siendo el motor de desarrollo que impulsa un cambio positivo en el mundo. Porque como decía Nelson Mandela, “lo importante no es no caerse, lo importante es saber levantarse”.