editorial

«Más allá del acceso: Evaluando el impacto de las microfinanzas», Karina Broens Nielsen y Xavier Faz, CGAP

Las instituciones microfinancieras tienen interés en que sus productos y servicios tengan un impacto positivo en sus clientes. Está en su ADN contribuir a mejorar la vida de las personas y la salud de las microempresas a las que atienden. Algo que, desde el punto de vista comercial, tiene también sentido porque los clientes que se benefician de los productos es más probable que sigan utilizándolos.

"CGAP está trabajando en arrojar más luz sobre qué impactos cabe esperar de los distintos productos financieros y en qué circunstancias"

Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que los productos y los servicios financieros tienen realmente un impacto positivo? y ¿en qué circunstancias? ¿Cómo sabemos qué tipos de impacto son más probables que otros? Son preguntas que el sector lleva planteándose desde sus comienzos en la década de 1980.

Todos conocemos historias de vida de clientes reales. Historias sobre cómo el crédito permitió a una microempresa invertir en su expansión, proporcionando así puestos de trabajo a la población local. O cómo un servicio de pagos digitales permitió a una mujer tener más control sobre las remesas o los subsidios de protección social a los que ella y las personas a su cargo tienen derecho. A menudo, estas historias se han recopilado cuidadosamente con todo lujo de detalles que no dejan lugar a dudas sobre la veracidad del impacto en estos casos. Por desgracia, estos estudios de casos reales son muy difíciles de recopilar a escala, por lo que cabe preguntarse hasta qué punto son representativos y útiles para orientar las estrategias de impacto de las entidades microfinancieras y las organizaciones que invierten en ellas.

Aparte de los estudios de casos, la mayoría de las instituciones de microfinanzas e inversores sólo recopilan datos a nivel del acceso: cuántas personas, y de qué segmento, utilizan sus servicios financieros. Se trata de información valiosa, pero no nos dice mucho sobre cómo se están beneficiando los clientes. Por supuesto, podemos deducir razonablemente que si las personas utilizan regularmente las cuentas y hacen transacciones, ahorran con regularidad, devuelven los préstamos a tiempo o renuevan los seguros, están experimentando algún tipo de beneficio. Pero no es fácil saber de qué manera y en qué medida.

También existen otras herramientas. Para investigar a mayor escala, la herramienta más común es la encuesta a clientes. Suele utilizarse principalmente para evaluar las necesidades y el potencial de los clientes, pero algunas entidades también la emplean para hacer un seguimiento de los clientes a lo largo del tiempo y evaluar cómo les ha afectado el uso de sus productos y servicios. Estas encuestas no son baratas y requieren una experiencia considerable. Algunas entidades microfinancieras e inversores subcontratan estas encuestas a empresas especializadas; pero unos pocos, como la Fundación Microfinanzas BBVA, han creado la capacidad interna de hacerlas y analizarlas.

Otro reto que plantean estas encuestas es aislar los cambios experimentados por los clientes que son resultado del uso de los productos financieros de las variaciones que se hubieran producido de todos modos. Los investigadores han intentado sortear este reto haciendo también un seguimiento de lo que ha ocurrido en grupos de comparación o control, es decir, personas o microempresas similares que no han utilizado los productos financieros. Estos estudios se han multiplicado en los últimos años y aunque han hecho avanzar nuestra comprensión de las repercusiones de los distintos productos financieros, tienen limitaciones. Por lo general, no nos dicen cuáles son las diferencias del impacto en los distintos subgrupos de clientes. También son difíciles de generalizar más allá de los contextos en los que se realizaron. Por último, por supuesto, poner en marcha este tipo de encuestas supone invertir tiempo y dinero en todo ese proceso.

Karina Broens Nielsen y Xavier Faz, de CGAP

CGAP, una asociación mundial de organizaciones de desarrollo alojada en el Banco Mundial, está trabajando en arrojar más luz sobre qué impactos cabe esperar de los distintos productos financieros y en qué circunstancias. En lugar de llevar a cabo más investigaciones, está analizando cientos de estudios existentes para identificar tendencias en el impacto de diferentes productos en distintas circunstancias. Los resultados estarán disponibles próximamente en una plataforma interactiva. CGAP también está estudiando el potencial de las nuevas técnicas analíticas basadas en inteligencia artificial para hacer un mayor uso de los datos de los clientes recopilados por las entidades microfinancieras, con el fin de identificar patrones que puedan apuntar a impactos tales como una mejor resiliencia financiera o una mayor capacidad para aprovechar las oportunidades. A través de su iniciativa Inclusión Financiera 2.0, CGAP colabora con la Fundación Microfinanzas BBVA y otras instituciones en este empeño.

Todos los interesados en el sector de las microfinanzas -proveedores, financiadores, investigadores y, por supuesto, clientes- pueden beneficiarse de una mejor evidencia del impacto. Cada vez hay más datos disponibles. La cuestión principal es cómo garantizar que los datos puedan responder a las cuestiones que realmente importan.

 

*Karina Broens Nielsen: Senior Financial Sector Specialist / CGAP

*Xavier Faz: Lead, Financial Services for Equality and Growth / CGAP